El asombro no convierte.
“El asombro se apoderó de ellos.” A través de la historia del pueblo de Israel, observamos que el asombro no es lo que hace que la humanidad se convierta. ¿Cuántas veces asombró el Padre al pueblo de Israel? Tantas como después acabaron negándole.
Qué importante es vivir nuestra fe con la sencillez de santos “de clase media”, como decía el Papa. Los esposos no tenemos que fundar congregaciones, ni probablemente derramar nuestra sangre por el Señor. Es en nuestra tarea cotidiana, en nuestra cortesía con nuestra esposa, poniéndola ante nuestros ojos como una reina: Santa el inmaculada, sin mancha… que es como la tenemos que mirar, porque viene de un acto creador perfecto de Dios y tiende por tanto a la perfección, para volver a Él.
Nuestra santidad está también en la educación de nuestros hijos en la fe y el amor. Que como nos decían en el máster del Instituto Juan Pablo II: Educar no es difícil, es cansado! (porque requiere mucha dedicación)…
A nosotros nos toca «pescar con caña». Y, aunque a veces nos parezca que no sirve de mucho lo que hacemos, diremos como Pedro: Por Tu palabra, echaré las redes (o la caña).
Oramos con la primera lectura: «la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia. » Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.» Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues …Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.”