EVANGELIO
No desprecian a un profeta más que en su tierra.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor.
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Dones o sensaciones.
San Juan Pablo II dice que estamos más receptivos a las sensaciones que a los dones de Dios, porque las sensaciones y los sentidos están a flor de piel y son lo primero que nos llega, mientras que los dones se encuentran en lo más profundo de la persona y hay que adentrarse para descubrirlos. Esto les ocurría a los contemporáneos de Jesús, se dejaban llevar por las sensaciones y no eran capaces de contemplar el inmenso don de Dios que tenían ante sus narices: Su único Hijo.
Por culpa de mi pecado, las sensaciones y los prejuicios me impiden ver la plenitud de la verdad y la belleza de mi esposo como don de Dios. Además, mi pecado no sólo afecta al entendimiento sino también a mi memoria, de manera que no soy capaz de reconocer los cambios que se han producido en mi esposo, porque sigo juzgándole por su pasado, impregnado de pecados que cometió, pidió perdón por ellos, y no ha vuelto a cometer. El perdón también es un don de Dios que hace nuevas todas las cosas, y puede que me cueste alcanzar a reconocerlo.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios en su esposo. Señor, que vea.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Juanjo: ¿Por qué no te fías de mí?
Marta: Porque nunca te pones en mi lugar, siempre me dejas sola ante tu familia y se ensañan conmigo. Y tú, los defiendes porque eres como ellos.
Juanjo: Marta, no me reconozco en lo que hablas. Eso era hace 10 años, antes de mi conversión. Fíjate como utilizas palabras como “nunca”, “siempre”… Estás dejándote llevar por tus sensaciones, pero no es la verdad. Tú eres mi prioridad y te lo he demostrado muchas veces. Por favor, reconoce que te amo, que estoy a tu lado, que me importas muchísimo. Eres lo único que me importa. Contigo he aprendido a ser cortés, delicado, sensible al sufrimiento de los demás… Me he hecho más sociable… Y de todo el daño que te hice en el pasado, te he pedido perdón y le he pedido perdón a Dios. Por favor, confía en mí. Yo te cuido y te protejo.
Marta: Tienes razón, perdóname. Es que me invade el miedo cada vez que vamos a estar con ellos, porque pueden herirme.
Juanjo: Eres maravillosa. Tú sé lo que eres y ellos irán descubriéndote. Ya verás.
Marta: Menos mal que te tengo. Gracias Señor por mi esposo.
Madre,
Dios es tan bueno y tan generoso, que derrama abundantes gracias sobre nosotros. Es Nuestro Padre y no escatima en dones, como vemos claramente por habernos enviado a Su Hijo único. Lo reconozco también en mi esposo. Alabado sea nuestro Señor.
Las sensaciones pueden ser positivas o negativas. En cualquier caso pueden llevarnos a error, tanto unas como otras. De manera que se pueden tener sensaciones negativas como positivas y viceversa.
¿Por qué?
Pues por que las sensaciones son apreciaciones que se hacen muy subjetivas. Son percepciones que podemos sin quererlo desvirtuarlas o encumnrarlas.
En las relaciones matrimoniales esto puede suponer un peligro para la convivencia.
El antídoto deben ser los hechos, las actitudes y sobre todo el diálogo.
Además, de ver las cualidades, la entrega, el sacrificio, las buenas intenciones y apreciar los gestos cariñosos del cónyuge.
La Fe tiene que estar sustentada en la oración …. Si se sustentan en emociones se nos iría con el viento cuando cambia de rumbo ….. Seamos matrimonios de oración y descubriremos los dones que Dios nos dio . Siendo la más grande el don de la Fe ….. Vivamos esa Fe con mayúsculas en nuestro matrimonio y brillaremos con la luz del Señor que es única .
María Madre de los esposos ruega por nosotros