EVANGELIO
Tomó la decisión de ir a Jerusalén
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-56
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Palabra del Señor.
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¿Dónde me duele?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
No recordamos otro pasaje del Evangelio en el que diga expresamente que Jesús regañó a sus discípulos. ¿Qué tiene de especial esta escena? Han sido ofendidos por los samaritanos, despreciados, y su respuesta es desearles un mal a cambio. Adelantaron el juicio, erigiéndose como jueces, los consideraron culpables y los condenaron. Incluso consideraban que podían disponer del “fuego divino”, como el castigo que infringió Elías contra los sacerdotes del Dios Baal. Dicen que aquel día, se inventó la barbacoa (perdonad la broma).
Ante esta situación, hay dos tipos de dolor: 1. El de los discípulos, que ofendidos, se creen en posesión de la verdad y la justicia divina (mal entendida). 2. El de Dios, que desea que todos le acojan, se conviertan, sean hermanos y se amen.
Cuando creo que mi esposo debería haber tenido algún tipo de atención, me debería haber acogido tal como soy o alguna situación similar, ¿Siento dolor?, cuando en sus actitudes no acoge a Cristo ¿Siento dolor?. Pero ¿Dónde me duele? En el orgullo o en el alma. Cuál de los dos tipos de dolor siento, ¿Aquel en el que me miro a mí y las que considero sus obligaciones para conmigo? O aquel en el que enamorado, deseo que mi esposo se construya y crezca. Si tengo dudas, de cuál de esos dos dolores es el mío, puedo fijarme en mis reacciones: Si le recrimino o por el contrario rezo por él/ella para ayudarle en su camino hacia Dios.
Esta respuesta debe ser muy importante para Jesús, porque si recrimino a mi esposo, Él se daría la vuelta y me regañaría. La respuesta al mal debe ser la mansedumbre y la misericordia. Con los mismos sentimientos de Cristo, estaré listo para ayudar en el nombre del Señor.
Madre:
Cuántas veces nos corrige el Señor en nuestras actitudes ante nuestro esposo. Algunas nos las repite una y otra vez, pero lo necesitamos. Necesitamos ir tomando conciencia de cómo vivir el reino de Dios, el que Cristo nos ha traído. Perdona por mi tozudez y sí, sígueme insistiendo por favor. Necesito mucha insistencia porque soy un pecador. Alabado sea nuestro Señor, que nos ama y hoy nos regaña. Amén.