EVANGELIO
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
-«Sígueme.»
Se levantó y lo siguió.
Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos:
-«¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo:
-«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor.
Dime donde miras y te diré cuánto amas.
Analicemos la llamada de Jesús a Leví (Mateo):
Los asistentes a aquella comida que relata el Evangelio, están muy pendientes de los otros. Ven los pecados de los demás y sus faltas, criticándolos. Sin embargo no son capaces de ver al Hijo de Dios. Lo primero que necesitan es acoger Su mirada, para sentirse amados. Como la describe el Papa Francisco: “Una mirada que lleva a crecer, a ir adelante; que alienta porque hace sentir que Él te quiere; que da el valor necesario para seguirle”. Todo se ha creado por amor, y el amor tiene mucha fuerza, el amor lo mueve todo, el amor es el que construye a las personas. La mirada de amor del Señor, es capaz de convertir a un ruin publicano en un apóstol.
Veamos ahora los efectos del amor en los Apóstoles: Entre ellos estaba Mateo, publicano odiado; Juan un hebreo muy fino; o Simón que era un simple pescador rudo e impulsivo. ¿Cómo se convirtieron en hermanos?. Jamás se hubieran juntado, ni siquiera para comer. ¿Qué ocurrió?: “¡Sígueme!”, les dijo Cristo. Cuando se quisieron dar cuenta, aquellos doce hombres estaban fuertemente unidos, porque seguían al Maestro del Amor. Se sintieron amados por Jesús, aprendieron a amarle y después se descubrieron amándose entre ellos.
En el caso de los esposos, esto se realza más si cabe, porque se requiere de una unión más íntima entre ellos. Tendemos a pensar que dos esposos se van a amar más porque tengan mayores afinidades, o compartan los mismos gustos. La realidad es que la debilidad del corazón humano, hará que no dejen de mirarse y verse sus defectos. Por el contrario, si rezan juntos y tienen un encuentro con la mirada de Jesús, descubrirán que se van uniendo de una forma inexplicable.
Por tanto, no analices a tu esposo/a, es como Dios lo quiso hacer para ti. Pon tu atención en el Señor, Él te enseñará a amar a tu esposo/a y Su amor construirá algo hermoso entre vosotros. Os invitará a comer de Su mesa.
Señor, te damos gracias por Tu llamada, porque viniste a salvarnos, a transformar nuestro amor enfermo. Eres Tú quien nos da la dignidad.
Oramos por el sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/
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