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EVANGELIO
Señor, enséñanos a orar.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo:
«Cuando oréis decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación».
Palabra del Señor.
Decida mi destino.
¿Qué o quién quiero que decida mi destino? Estamos en el AVE y en el asiento de al lado hay un chaval que tiene tatuado en la pierna el siguiente mensaje: “No dejes que el miedo decida tu destino”. Entonces ¿Quién o qué decide tu destino? Me encanta el Padrenuestro, porque en él se deja claro quién quiero que decida mi destino. A algunos les puede dar miedo poner su destino en manos de Dios porque no saben lo que les puede pedir. Es verdad que el Señor me lo va a acabar pidiendo todo por mi propio bien, porque lo mejor viene después del desasimiento de todo lo creado. Esa es nuestra grandeza, que podemos llegar a entregarnos completamente. Me puede pedir un sí a pesar de los riesgos, un sí a pesar de los fracasos, un sí a pesar de la aparente gravedad de lo que acontece…
Pues sí, Señor. No sé qué encontraré allá donde se dirige mi vida, pero me encanta no saberlo, me encanta mi esposo, me encanta mi familia imperfecta, me encantan todos esos matrimonios que has puesto junto a mí, me encanta la misión de Proyecto Amor Conyugal llena de sacrificios, retos y cosas que se nos escapan por todos lados…
Pues sí, está bien que no sea el miedo el que decida mi destino, pero yo además sé bien dónde quiero ponerlo: En manos del Aquel al que, gracias a la muerte y resurrección de Cristo, puedo llamar ni más ni menos que “Padre”.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Manuel: Me he quedado enganchado en esa oración de la Santísima Virgen María en el Magníficat que dice: “Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador”. ¡Cuánto significa esa frase! Significa saberse amada, significa confianza, paciencia, aceptar el desconcierto, significa esperanza, despojamiento de todo, descentrarse de uno mismo, no sé. Poder proclamar eso con todo el corazón implica una pureza muy grande en el alma.
Teresa: Oye ¿y tú de dónde has sacado tanta profundidad? Antiguamente estabas tan metido en las cosas del mundo, que no se podía hablar contigo de lo simple que eras. Me encanta tu evolución espiritual. Eso es lo que me enamora cada día más de ti, que vas alcanzando un valor como persona que no deja de sorprenderme.
Manuel: Pues yo cada día me veo más pequeño, qué quieres que te diga.
Teresa: Pues te aseguro que, viendo lo que Dios va haciendo en ti, se alegra mi espíritu en Dios nuestro salvador, cada vez más, porque mirándote, estoy contemplando Su obra.
Madre,
Enséñanos a mirar al Padre como Tú lo ves. Ave María Purísima.