De la letra al Espíritu. Comentario para Matrimonios: Juan 16, 12-15

EVANGELIO

El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor.

De la letra al Espíritu.

“Pero cuando viniere el Espíritu de verdad os conducirá… de la letra que mata, al Espíritu que vivifica, en el cual está fundada toda la verdad de la Escritura.” (Dídimo, l. 2, tom. 9, inter op. S. Hieron.)

El que quiera reformar la Iglesia que antes, sea Santo. La Iglesia no se nutre de nuevas ideologías o modas. Todas ellas acaban desapareciendo tarde o temprano. La fe de la Iglesia se alimenta y se plenifica a través del Espíritu Santo, y Él actúa en los santos a los que guía. San Juan Pablo II inició el ambicioso proyecto de crear una cultura para el matrimonio y la familia a la que dedicó gran parte de su pontificado. Ahora es santo, y eso refuerza indudablemente la veracidad de sus propuestas.

Muchas veces me empeño en cambiar algunas actitudes de mi esposo. Podemos y debemos ayudarnos mutuamente a llegar a Dios, pero ¿cómo? No desde mis criterios, no desde la imposición, ni siquiera una explicación razonable surte efecto la mayoría de las veces. En la medida en que me deje llevar por el Espíritu Santo podré acceder al corazón del amado. Por tanto, si quiero que mejore mi esposo o mi familia, deberé convertirme yo primero. Ser santo. Mi esposo sabrá reconocer en mí, al Espíritu de la verdad. Recordamos que también la familia, como “Iglesia doméstica” debe ser conducida por el Espíritu Santo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Él le exigía a su esposa que tuviese las cosas listas y nada de lo que hacía le parecía del todo bien. Siempre había algo que reprochar. Ella le reclamaba gestos de cariño, de agradecimiento, un poquito de paz y de tranquilidad en casa… Pero ni uno ni otro conseguía ninguna mejora, ningún cambio en su esposo.
Uno de los dos decidió cambiar de táctica: Sólo el Espíritu Santo reconduce hacia la Verdad y la Vida. Lo que tenía que hacer no era reclamarle al otro, sino llenarse del Espíritu Santo. Y emprendió un camino para llenarse del Espíritu: Un camino de oración, de mansedumbre, de sacramentos, de formación, de búsqueda del bien del esposo. Se acabaron los reproches y las exigencias, eso no era el camino del Espíritu Santo.
Poco a poco su cónyuge fue percibiendo cambios. El Espíritu Santo venció en aquel matrimonio. Poco a poco les fue mostrando las Verdades del matrimonio. Y empezaron a invocar juntos al Espíritu pidiendo Su ayuda, para hacer crecer su intimidad común, su comunión.

Madre,

Es maravilloso el don que Jesús nos dejó. Ni más ni menos que el Espíritu Santo, que nos comunica el amor entre el Padre y el Hijo. El Señor nos deja el motor que lo mueve todo, nos deja Su sabiduría, Su fuerza espiritual, Su consejero, Su inteligencia… Todo lo necesario para irnos transformando en Él. Alabado sea el Señor por Su generosidad. Amén.

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