EVANGELIO
Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor.
Dando sabor.
La sal es esa que da sabor. Claro que, si mi relación con Dios es tibia ¿Qué sabor a Dios aportaré al mundo? Y si mi relación matrimonial es tibia ¿Qué transmitiré a nuestros hijos y a los matrimonios de nuestro alrededor? Dios me ha dado la lámpara de la fe. Dios me dio el amor conyugal. Son dos auténticos faros que puede iluminar al mundo, pero ¿qué he hecho con ellos? A lo mejor lo he sepultado debajo de un montón de preocupaciones o de un montón de “que si tú me dijiste aquello, que si me hiciste lo otro…” o de los “pues anda que tú…”, en fin, todas esas tontadas con las que minamos nuestra unión sagrada.
Toca llamar al que prende fuego en nuestros corazones, al Espíritu Santo, para que nos vuelva a hacer arder por dentro. Es la hora de apoyarnos en el poder del amor que Dios nos dio, aquel con el que nos enamoró, y hacernos vibrar por dentro. Es hora de dejar atrás todos los resentimientos y mirarnos, tocarnos, reír juntos, agradarnos mutuamente. ¡Que prenda esa llama que da sabor a la vida!
Aterrizado a la vida matrimonial:
Entrevistador: Hola ¿Tienes un minuto?
David (joven de 25 años): Sí, claro. Dime.
Entrevistador: ¿Tienes novia?
David: Sí, desde hace 1 año.
Entrevistador: ¿Y pensáis casaros?
David: ¡Sí! Por supuesto.
Entrevistador: Te veo muy seguro.
David: Mi novia y yo lo tenemos muy claro. Yo quiero vivir lo mismo que viven mis padres. Veo muchos otros matrimonios a mi alrededor y no me gusta nada su relación.
Entrevistador: Vaya, ¿Qué pasa que tus padres son perfectos?
David: No, pero veo cómo su matrimonio es lo más importante para ellos, bueno, después de Dios. Y veo cómo se sacrifican el uno por el otro, cómo se piden perdón en cuanto se hieren, cómo su fe hace que estén cada día más unidos. Les veo rezar juntos a diario y a mí me admira verles amarse así. Me siento muy orgulloso de ser su hijo.
Madre,
Qué maravilla es el matrimonio, qué belleza la familia estando Tú con nosotros. Cuántos regalos preciosos nos haces por habernos consagrado a ti. ¡Bendita seas!