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EVANGELIO
¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
– «Levántate y ponte ahí en medio».
Y a ellos les preguntó:
– «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
– «Extiende la mano».
La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Palabra del Señor.
Contra el suelo.
Luego está el orgullo, que lleva a una persona a querer vengarse de otra sólo porque no hace las cosas como cree que se deberían hacer según su criterio personal. Está el que comete una infracción de tráfico y encima te pita, están las comunidades cristianas en las que hay fieles que se enfadan porque no se hacen las cosas todo lo organizadamente que se debería, y están también los esposos que no paran de enmendar la plana a sus cónyuges porque se creen más listos. Basta que en un atasco se ponga en un carril para que le diga que el otro carril siempre es más rápido… Pero, independientemente de la chorrada de ejemplo que acabo de poner, ¿dónde está el amor en todos esos casos? Puede que algo pudiera mejorarse, pero ¿llegar al desamor por ese motivo e incluso a la venganza o al odio? Pues esta es una de las caras del orgullo, y que tire la primera piedra el que no lo tenga de una u otra forma.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Mariajo: ¿Qué haces ahí tirado?
Agus: Estoy intentando aplastarme contra el suelo porque tengo tentaciones de ser más valorado por ti, y como sé que no lo merezco, intento ponerme en mi sitio, pero por más que me empachurro contra el suelo, no lo consigo.
Mariajo: Jajaja qué gracioso eres. Pero cuánta razón tienes. ¿Puedo empachurrarme a tu lado contra el suelo?
Agus: Vente, claro que sí, aquí hay hueco para ti. Creo que mi nariz empieza a asomarle por el techo a los de abajo. Si me ayudas, igual les hacemos un agujero “de narices”.
Mariajo: Me encanta tu sentido del humor, especialmente cuando te ríes de ti mismo. En eso tengo que aprender mucho de ti.
Agus: Calla, calla que luego tengo que abajarme y voy a acabar en las cloacas…
Madre,
Qué poquita cosa soy ante Dios, no, menos, no, bastante menos aún. Alabado sea el único Santo.
Todos sentimos la necesidad de sentirnos valorados por los demás, y cuando lo conseguimos nos sentimos orgullosos, pero eso nos hace esclavos de nuestro orgullo: cuando no lo conseguimos, nos sentimos dolidos, despreciados o humillados. Entonces debemos acordarnos de Jesús en el Calvario: él aceptó todo esto y mucho más por amor a Dios y a su misión. Nuestra misión es entregar nuestra vida por nuestro esposo, incluso aunque él no valore nuestros esfuerzos: Dios sí lo hace, y eso debe bastarnos para ser felices, sin perder la esperanza de que un día se ablande el corazón de nuestro esposo y nos imite.
Enhorabuena por la maravillosa dosis de humor en el comentario.