Con un pecador. Comentario para Matrimonios: Marcos 2, 13-17

EVANGELIO

 

No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 2, 13-17

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Palabra del Señor.

 

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Con un pecador.

Jesús no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Y yo en cambio, que me considero cristiano ¿No voy a hacerme uno con un pecador? Porque parece que el matrimonio sólo es admisible entre dos justos.
Pues sí, yo tampoco he venido a casarme con un justo, sino que vengo en el nombre del Señor a contraer matrimonio con un pecador, para que Él, a través de mí, pueda salvarle. ¡Pedazo de misión! ¿Se sufre? Sí, pero ¿Qué esperaba? Yo también le hago sufrir y no hay destino más hermoso para una vida que el de salvar al otro.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Luis: Teresa, no soy digno de ser tu esposo. Sé que te hago mucho daño muchas veces con mi insensibilidad, mi impaciencia y mis malos modos.
Teresa: Luis, el Señor no me ha enviado a entregarme a un justo, sino a ti. Quiero colaborar con tu Salvación. Él lo hizo con Leví que se acabó convirtiendo en San Mateo. Yo quiero ayudarte a ser San Luis de Teresa. Para mí, no hay misión más bonita en esta vida. ¡Me encanta mi vocación!
Luis: Haces que me sienta lo más importante para ti. Digno de tu entrega, de tu vida. Otra me despreciaría. Doy gracias a Dios por tu inmenso amor. ¡Te amo!

Madre,

Que no nos despreciamos mutuamente por ser pecadores. Somos diamantes en bruto. Ayúdanos a tallarnos para sacar de nosotros todo el brillo del amor de Dios. Alabado sea el Señor.

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