EVANGELIO
Si tuvierais fe, nada os sería imposible
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17, 14-20
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre que, de rodillas le dijo:
«Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo».
Jesús contestó:
«¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, ¿hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo».
Jesús increpó al demonio y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte:
«¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?».
Les contestó:
«Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. Nada os sería imposible».
Palabra del Señor.
¿Cómo aumentar mi fe?
Leyendo este Evangelio, lo primero que me suscita es un gran deseo de tener más fe. Yo creía que tenía, pero por el comentario de Jesús, creo que tengo bastante menos que un grano de mostaza. La pregunta que me hago es ¿qué puedo hacer para aumentar mi fe?
Está claro que la fe es un don de Dios, pero Él necesita que yo también haga algo. Puedo plantearme dos caminos en paralelo: Uno se resumiría en una frase: “Creer es querer creer”. Y el otro camino es entregarle mi voluntad a Dios. Es entonces cuando el Señor puede actuar en mi vida y creyendo en Sus obras, creo en Él.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Pedro: Mi sensación es que nuestro matrimonio no avanza y además, estoy cansado, siento que no me quedan fuerzas para luchar cada día contra las mismas dificultades.
María: La mía es que no me valoras, y no siento que te estés esforzando. Pero ¿quién soy yo para juzgarte? Además, no quiero confiar en mis sensaciones, porque son engañosas y traicioneras.
Pedro: No creemos en nuestras propias fuerzas, pero queremos creer en el poder de Dios. Así que, todos los días incorporaremos oraciones de alabanza y agradecimiento por lo que va a hacer en nosotros.
María: Sí, confiemos de verdad en Él. Y además, a partir de ahora no seguiremos tu voluntad ni la mía, sino que sea la voluntad de Dios.
Madre,
Nos ponemos en Tus manos. No nos dejes. Confiamos en ti, bendita Madre. Amén.