El segundo “sí”.
La palabra jurar significa «afirmación o negación que se hace tomando por testigo a Dios».
Jesús no condena el jurar: Dios juró, Cristo juró, Pablo juró. Más bien condena los juramentos necios y frívolos. Condena el jurar a la ligera. Condena la hipocresía que caracterizaba a los escribas y fariseos. Nuestra palabra no deben requerir del apoyado de un juramento, sino que son abaladas por el carácter bueno y sincero.
Nos lo dice San Agustín, contra Faustum 19, 23. “En las Escrituras, como hay mayor detenimiento, se encuentra que el Apóstol jura en algunos sitios, para que no haya quien crea que se peca jurando con verdad, y además para que comprenda mejor que los corazones de la humana fragilidad pueden conservarse libres de pecado no jurando y preservándose del perjurio.”
El que necesita jurar, es porque habla con hipocresía. Los que ju¬ran de esta manera saben que su palabra no vale y quieren confirmar y reforzar lo que dicen. Quieren dar más énfasis al dicho, para poder persuadir.
¿Cómo se relaciona este texto con el resto del sermón? El que obedece este texto:
Es de «limpio corazón», Mat. 5:8. Su justicia es mayor que la de los escribas y fariseos, Mat. 5:20. Es fiel a su palabra: Entra por la puerta estrecha, y anda en el camino angosto, Mat. 7:13, 14. Es el hombre prudente que edifica su casa sobre la roca Mat. 7:24-27. «No perjurarás (no jurarás falsamente), sino cumplirás al Señor tus ju¬ramentos», Mat. 5:33.
El día de nuestra boda nos dijimos ante Dios y ante la comunidad: “yo… me entrego a ti… y prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en las alegrías y en las penas, todos los días de mi vida. Dios condena que nuestro “sí” del día de nuestra boda no fuera sincero y para toda la vida. Condena que sea un sí hipócrita y que no estemos dispuestos a entrar por la puerta estrecha…
Nos dice Rábano: “El que prohibió jurar, nos enseñó cómo debe hablarse, diciendo: «Mas vuestro hablar sea, sí, sí; no, no». Esto es, para lo que es, basta decir es, y para lo que no es, basta decir no es. Puede que aquí se diga dos veces es, es, no, no, para significar que lo que afirmas con la boca debes probarlo con las obras y lo que niegas con las palabras no lo confirmes con las obras.”
Esposos: El primer “sí” ya nos lo dijimos. Probémoslo con el segundo “sí”: Las obras.
Oramos con el Salmo: Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.