Ilumina tu matrimonio.
Dice San Hilario, (homiliae in Matthaeum, 5): “Hablando del oficio de la luz del ojo, expresó también la luz del corazón, la que, si es sencilla y luciente, permanecerá así, dando al cuerpo la claridad de la eterna luz, e infundirá a la corrupción de la carne el esplendor de su origen, esto es, en la resurrección. Pero si está oscurecido por los pecados y la mala voluntad, el ojo será malo y la naturaleza del cuerpo estará sujeta a los vicios de la inteligencia.”
Infundirá a la carne el esplendor de su origen. Es la luz de nuestra mirada la que puede hacer que volvamos a mirarnos como al principio, en el estado de inocencia originaria.
Si miro a mi esposo/a con una mirada “mundana”, todo lo que veo, pasará o se corromperá algún día.
Por esto es tan importante ver el Evangelio en nuestra relación. Rezar juntos, cambia nuestra mirada: Ver la voluntad de Dios en el esposo (genérico), entender el plan de Dios para el matrimonio en el principio, cuando se miraban desnudos, hombre y mujer, con esa mirada interior, y no sentían vergüenza. La infinitamente hermosa y transparente pureza de la creación del ser humano hombre-mujer. Todo nos lo revela Él, no solo en la inteligencia, sino también nos lo sella en el corazón.
Si un hombre y una mujer nos miramos así no necesitamos sentir vergüenza, y… cuánta luz habrá en nuestro interior. Y qué transparencia y cuánta luz habrá en nuestro matrimonio.
Oramos con el Salmo: Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.