Que sean completamente uno.
Hoy acaba la oración sacerdotal del Señor. Es impresionante. Escalofriante.
Qué generosidad la del Señor al compartir con nosotros esta oración íntima de Él al Padre. Nos preguntamos ¿Por qué lo haría? ¿Qué intención tenía en compartirla? Sin duda que conociésemos también esa intimidad y esa comunión entre ellos. Cuál es su voluntad, qué le mueve, qué le preocupa… y esto nos viene muy bien a los esposos, que debemos ser imagen de la misma comunión que viven entre Ellos.
Bien, iremos troceando la oración de Jesús de hoy y veremos que se explica por sí misma.
– “Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos”: San Agustín, ut supra. ‘En lo que quiso designar como suyos… a los que nacidos mucho después de la muerte de ellos (sus discípulos) hemos creído en Cristo.’ Es decir, que Cristo realiza esta oración por ti y por mí, por tu esposo/a y por el/la mío/a.
– “para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti”: Cristo por nuestra misión en el matrimonio, que ambos seamos uno. ¿Y cómo debemos interpretar esa unión? ¿Qué modelo tenemos? El del Padre con el Hijo: “como tú en mí y yo en ti”. Yo en mi esposo/a y mi esposo/a en mí. Observemos pues las oraciones, de Cristo al Padre, su obediencia, hace todo lo que le agrada, no hace nada por su cuenta… Es el tipo de unión del que tenemos aprender.
– Que ellos también lo sean en nosotros: San Agustín, ut supra: ‘Añadió, pues: «En nosotros» para que conozcamos que esto se nos concede, no por nuestros méritos, sino por una fidelísima caridad de la gracia de Dios’. San Agustín, De Trin. 3, 9. ‘O bien, porque no pueden ser en sí mismo una misma cosa los que están separados por diversas pasiones de voluptuosidad, concupiscencia e inmundicia de pecados. Por tanto, deben purificarse por el Mediador (Cristo), para que sean una cosa con El.’
– para que el mundo crea que tú me has enviado: Esposos, si nos amamos así, estaremos evangelizando de verdad. No necesitaremos muchas palabras, ni con nuestros hijos, ni con el mundo.
Y acaba con la gloria de la promesa para la vida eterna:
– También les di a ellos la gloria que me diste… para que sean completamente uno
Oramos con el Salmo: Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.