La presencia del amante en el amado.
Nota: A partir de hoy, enviamos el comentario del día siguiente, para que esté disponible desde primera hora de la mañana.
«¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia.»
Eso es estar enamorado ¿Verdad?. Percibir al amado presente en mí. Pero la frase no se queda ahí, en el concepto, sino que esto tan hermoso, se concreta en obras: Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia.
La Santísima Trinidad son nuestro modelo de comunión. Si Cristo, que es Dios, no hace nada por su cuenta, es más, obedece al Padre. Yo, que soy hijo en el Hijo, ¿No deberé actuar así con el/la esposo/a al que Dios me ha entregado?.
Ya sabemos que esto de la “obediencia” no está muy de moda y menos aún entre esposos… pero los caminos del Señor… la puerta estrecha… Después nos esperan los frutos de la comunión. Si no nos obedecemos el uno al otro ¿Cómo vamos a aprender? ¿Cómo vamos a salir de nuestros propios criterios? ¿Cómo vamos a crecer y enriquecernos?.
No es una obediencia impuesta, naturalmente, en tal caso, no sería amor. Es una decisión y una entrega desde la libertad que da el amor.
Obedezco a mi esposo/a no por él/ella sino por fidelidad a Dios que me ha entregado a él/ella. Si no me creéis a mí, creed a las obras que yo hago, dice el Señor. Hagamos lo que hace y descubriremos nuevos caminos, verdades que no conocíamos y una nueva vida. “El Padre, que permanece en mí, Él mismo hace sus obras”.
Oramos con el Salmo: Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas.