«Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla».
Es contundente el argumento de Jesús: El buen pastor da la vida por las ovejas. No tenemos más que discutir sobre otras ideologías que surgen en torno al matrimonio. Lo que sabemos es que ellos no han muerto por nosotros (más bien al contrario, quitan derechos a las familias), y Cristo sí.
Lo decía Teófilacto: “De aquí puedes deducir y conocer la diferencia entre el asalariado y el pastor; pues el asalariado no conoce a las ovejas porque las visita raras veces; mas el pastor conoce sus propias ovejas por la solicitud y cuidado que tiene por ellas”. Puede darnos alguna pista sobre cómo debe ser nuestro modelo de evangelización.
Pero hoy nos paramos en otra frase del Evangelio: “Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla”. Y ¿Qué es el matrimonio sino esto?.
También San Gregorio comenta: “Como si dijera claramente: …que pongo mi vida por mis ovejas, esto es, esa misma caridad con que muero por mis ovejas es un testimonio del amor con que amo al Padre.” Traducido a nosotros, ese mismo amor con que nos entregamos mutuamente como esposos, es un testimonio del amor con que amamos al Padre.
Por eso, en cierta ocasión el Sr. Obispo de Málaga nos ponía una presentación donde decía “Quien dice que ama a Dios y no ama a su esposo/a, miente.”
Rezamos con el salmo: Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.