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¡Por la alegría! Comentario para Matrimonios: Juan 15, 9-17

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EVANGELIO

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor.

 

¡Por la alegría!

Más claro, agua ¿no esposo mío? Que si queremos que nuestra alegría sea plena, tenemos que amarnos tú y yo, y no hay amor más grande que el que da la vida. Luego no habrá alegría más grande que la de dar la vida por ti ¿no? Esto es para lo que nos ha elegido el Señor, y esto es para lo que nos ha destinado. Pero esto es lo que el demonio se empeña en que no veamos, porque si lo hacemos, permanecemos ¡en el amor de Dios! Ni más ni menos. ¿En qué otro sitio podemos ni soñar permanecer? Así de grande es el Señor. Esto es lo que nos tiene reservado.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Me sorprendo a mí mismo muy serio muchas veces, cuando me levanto y me miro al espejo, cuando me encuentro con alguien por la calle y noto que tengo que cambiar el gesto para sonreír… Me falta alegría, María. Me doy cuenta del planazo que me pierdo si no cumplo la voluntad del Señor. ¿Cuesta? ¡Claro! Pero ¿no merece la pena estar alegre en vez de amargado? Pero esto de estar alegre no es algo que dependa de mi decisión solamente, depende sobre todo de que aspire con esperanza a lo más grande, que es participar del Amor de Dios. Así que, me propongo amarte, esposa, buscando el bien para ti. El Señor me lo manda porque quiere lo mejor para nosotros y nuestra unión.
María: Tienes razón, Pedro. Nos falta alegría a los dos. Yo también voy a centrarme en buscar el bien para ti y así que nuestra alegría sea plena. No hay mejor plan.

Madre,

Te queremos. Gracias por llevarnos al camino del Evangelio en nuestro matrimonio. Eres portadora de mi alegría, bendita Madre.

Mundanos a Dios. Comentario para Matrimonios: Juan 15, 18-21

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EVANGELIO

No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Palabra del Señor.

Mundanos a Dios.

Lo malo no es el Mundo, sino ser mundanos: Desde el punto de vista del mundano, el que no tiene ambición es un fracasado, el que se abaja es tonto, el que sirve es un calzonazos y el que interioriza es un pesado o un iluminado. Pero bendito sea Dios, porque de ellos, de los “tontos, calzonazos, los iluminados…”es el Reino de los Cielos en su matrimonio y en su hogar. Esos son los que aspiran a más. Tú Señor nos exhortas a una aspiración, mayor, eterna.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Antonio llega tarde todos los días a su casa, y cuando llega, su corazón y su mente siguen en el trabajo. Hay rumores de un ascenso, y él lo desea.
A Marta, su esposa, el Señor la escogió sacándola del mundo hace tres años. Ella ya no tiene su corazón en la moda, en la decoración, en ella misma. Además pidió reducción de jornada para poder estar más tiempo con su familia.
Nadie a su alrededor parece comprenderla. Sus amigas la critican y le repiten continuamente que está bien la religión, pero que no hace falta tomársela tan a pecho. Su familia de origen, no aprueba que ella haya renunciado a su carrera profesional, mientras que Antonio está ascendiendo sin parar. Les preocupa que él la haga de menos, y conozca a otra más ambiciosa y la deje con una mano alante y otra atrás.
Marta se consuela en la oración, viendo que Jesús pasó por tantas incomprensiones, críticas, incluso persecuciones… Esto le hace descansar a Marta y entender que es parte de la edificación de un reino basado en el amor, el servicio, y la entrega… en medio de este mundo. Marta ha guardado las Palabras de Jesús en su corazón y se las transmite a Antonio. Antonio la respeta, pero no acaba de guardar las Palabras de Jesús en su corazón.
Cuando Marta le habla de renunciar a que su corazón esté puesto en el trabajo, y que su familia le necesita, Antonio muestra una actitud esquiva… Marta no se enfada, comprende que su esposo no lo vea. Ella también ha visto a Jesús como le pide al Padre perdón por los que están ciegos, entregándose. Y Marta confía en Jesús. Sabe que es el camino y entrega su dolor con una sonrisa, todo por la conversión de su esposo.
A los dos años, Antonio empieza a prestar atención a la Palabra de Dios, cada día más. Pasan los meses y Marta le ha visto ya leyéndola y buscando respuestas para sí. Al tiempo, Antonio escucha a Marta y Marta a Antonio. Ambos tienen el mismo lenguaje del Amor, ahora es la fuerza del Espíritu Santo la que hace posible cualquier renuncia… ¡Gloria a Dios!

Madre,

Doy gracias porque el Señor nos ha escogido. Bendito seas Señor por tanto bien que nos das. Te pido para que también escojas a (nombramos a matrimonios que lo necesitan especialmente). Amén.

La brújula. Comentario para Matrimonios: Juan 14, 6-14

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EVANGELIO

Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces?
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 6-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:

«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice:

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica:

«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Palabra del Señor.

 

La brújula.

Señor, danos la oportunidad de conocer esta manera de estar el uno en el otro, de representarnos el uno al otro, de hablar uno por la boca del otro, actuar uno por medio del otro. Danos la oportunidad de creer en ti para que podamos actuar así, te lo pido en Tu nombre, y sé que lo harás. Lo que está claro es que Tú eres el camino, porque nos muestras el camino del amor con tu vida, la verdad porque ya hemos comprobado que si hacemos lo que dices nuestra relación funciona y llega la felicidad, y la vida porque Tú nos la diste, Tú nos redimiste, y nos levantas una y otra vez y haces nueva nuestra relación una y otra vez. Gracias, Señor.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Estábamos bastante perdidos en las cosas del amor. Entonces un Matrimonio Tutor nos entregó la “brújula” del Evangelio para mostrarnos el camino del amor. Cada vez que nos perdíamos y empezaban a ir la cosas mal, hacíamos coincidir la aguja pequeña con la palabra provocaba la distancia y el daño, y a continuación, seguíamos la flecha larga que apuntaba justo al lado contrario y que nos mostraba el camino correcto. Os contamos cómo era esa brújula:

Había 7 palabras:

– Cuando se va calentando la discusión e incluso te ofendo porque no me quiero bajar del burro, o cuando no quiero aceptar tus correcciones: Soberbia

– Cuando me enfado contigo por temas del dinero: Avaricia

– Cuando te miro para desear: lujuria

– Cuando mi enfado me domina y te hago daño: Ira

– Cuando mi mundo es el del disfrute y me sienta mal si no me has hecho disfrutar como esperaba: Gula

– Cuando no me alegro de tus éxitos o bienes, sino que los preferiría para mí: Envidia

– Cuando prefiero mi comodidad a la tuya: Pereza.

A lado contrario de cada uno de esos pecados, y formando un círculo concéntrico más amplio, estaban las 7 virtudes que Cristo nos enseña:

– Comprender que soy polvo y todo lo he recibido de Dios y soy un mero administrador de Sus bienes: humildad

– Entender que hay más felicidad en dar que en recibir: generosidad

– Descubrir la grandeza y la sacralidad de la entrega de los cuerpos: castidad

– Aceptar las contrariedades y los imprevistos como voluntad de Dios: paciencia

– Disfrutar y dar gloria a Dios por lo bueno, pero sin abusos que debilitan nuestra alma y nos esclavizan: templanza

– Hacerte feliz es lo que me más hace feliz: caridad

– La vida en el sofá ahoga, agota, la vida que se entrega ¡Eso sí que es vida!: diligencia

La brújula del Evangelio, es la que nos llevó a descubrir el amor entre nosotros.

 

Madre,

Damos gracias por el don de Jesucristo. Es impresionante la generosidad de Dios. Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

¡Vivan los novios! Comentario para Matrimonios: Juan 15, 9-11

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EVANGELIO

Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Palabra del Señor.

¡Vivan los novios!

Buscar la diversión es egoísta, porque utilizo a las personas y las cosas de este mundo para divertirme yo. En cambio la alegría, no es de este mundo, viene de Dios. «Se alegra mi espíritu en Dios», decía Ntra. Madre en casa de Isabel.
¿Qué tal la experiencia de la alegría del Señor en mí? Una experiencia tan grande, hace que mi alegría llegue a plenitud.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Hermi: Qué bonita fue nuestra boda ayer, ¿Verdad Paco?
Paco: Preciosa, Hermi. Muy ungida por el Señor que nos ha bendecido con tanta alegría. Ahora tenemos que mantenerla…
Hermi: Pues sí. Es cuestión de estar cerca del Señor.
Paco: Cómo ¿Yendo a adoraciones todos los días?
Hermi: Eso sería maravilloso, pero de momento lo que tenemos que hacer es cumplir Sus mandamientos. En realidad, dos: Amar a Dios sobre todas las cosas (y eso hay que ver en qué se traduce en nuestro día a día) y amarnos entre nosotros como Él nos ama.
Paco: Vale. Pues tengamos claro que si no hay alegría entre nosotros, no es ni por nuestros problemas laborales, ni por nuestra economía, ni por los hijos si Dios nos los da, ni siquiera por nuestras familias de origen. Si no hay alegría entre nosotros es porque no estoy cumpliendo los mandamientos.
Hermi: Desde luego, con unos padres tan maravillosos, eso no será un problema. Pero está claro que de nosotros depende nuestra propia felicidad. El Señor ayer se comprometió a dárnosla.

Madre,

Que la alegría del Señor esté en nosotros. Alabado sea por siempre.

Plantas “samurái”. Comentario para Matrimonios: Juan 15, 1-8

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EVANGELIO

El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor.

Plantas “samurái”.

Esto de la poda, parece que nos hace poca gracia. Andamos intentando escabullirnos de ella. Me imagino a las plantas en tiempo de poda esquivando las tijeras de podar en plan Matrix, para evitar el tajo. El Espíritu me quiere podar aprovechando las circunstancias del día a día, con las diferencias de mi esposo que me incomodan, o con sus pecados, o con los míos. Todo ello me saca de mi zona de confort. Hace mi corazón más elástico, abierto a otros, sencillo, tierno. Y yo me resisto, y me quejo. Pero luego pido humildad, pido mansedumbre, pido que haya amor en mi vida… ¿Pero si no te has dejado? Le diría el jardinero a la planta “samurái” que en primavera vive las consecuencias y no echa flores.
Si quiero que haya frutos de amor, tengo que dejarme podar. Ahora duele, pero luego llega la alegría.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Antonio: Señor, gracias porque arreglé la silla de la cocina y mi esposa no me lo ha agradecido. Tengo la oportunidad de hacer un servicio sin recibir nada a cambio. Gracias porque intenté dejarlo todo como a ella le gusta, la ventana abierta, las zapatillas en su sitio… pero anoche me olvidé de bajar la basura, y eso le ha molestado. Gracias Señor porque descubro mi amor limitado y me ayuda a no exigirle a ella la perfección. En la cena, me volvió a sacar aquel daño que le hice cuando éramos recién casados, y me lo recriminó como si se lo hubiera hecho hoy mismo. Gracias Señor porque me ayudaste a mirarla con misericordia y ver su corazón herido en lugar de reaccionar defendiéndome.
Marta: Señor, quedé con él a las 5 de la tarde, y llegó tarde y sin avisar. Gracias porque tuve la oportunidad de amarle en esa situación, me ayudó a crecer en paciencia y no mirarme a pesar de sentirme poco valorada. Y cuando se ha puesto nervioso por el tráfico que tanto le molesta, te pedí ayuda para no responder mal y me ayudaste y conseguí tranquilizarle con cariño. Gracias Señor porque me ayudaste a salir de mí para entrar en su corazón y sanarlo.
Ambos juntos: Gracias Señor porque en Tu plan has contado con nuestras debilidades y todo lo que ocurre en nuestras vidas. Con todo ello, construyes.

Madre,

El Señor poda a los que más le aman. A veces nos cansamos y otras veces nos parece que la poda no acaba nunca y no terminamos de ver los resultados. Pero el Señor sabe más. Confiamos en Él. Gracias por esas florecillas que vemos salir ya de nuestras ramas, porque nos llenan de esperanza. Alabado sea el Señor que hace nuevas todas las cosas.