Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
1er Anuncio en ALMERÍA: José Luis y Magüi realizarán un anuncio HOY sábado 15 de enero a las 19:30 en la parroquia de Ntra. Señora de Monserrat, Av. Padre Méndez, 26.
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Arremangarse.
Jesús nos enseña, que el hecho de que mi esposo sea pecador, no justifica que me aparte de él, que le desprecie o le minusvalore. Jesús me viene a decir hoy con este Evangelio: ¿Tu esposo es pecador? Pues arremángate que necesita ser sanado, yo quiero sanarle y tú eres el medio que necesito. ¿Cómo ser mediación? Come con él/ella. Establece esa relación cordial, de amistad, de conversar juntos. Empatiza. Céntrate en lo bueno que tiene para sacar de él/ella lo mejor… Apóyate en lo que os une, no en lo que os separa… Eso es lo que haría Jesús ¿no?
Jesús llama al recaudador que se enriquece extorsionando a otros, muchos de ellos pobres que no tendrían ni para vivir, a ese que seguramente todos evitarían cruzarse para no tener ni que saludarle. Y le llama para comer con él apoyándose en su interés, en su curiosidad. Se agarra a eso bueno para sacar de él lo mejor y recuperarlo. Pero ¿Elegiría yo ese compañero de comida? Probablemente el pecado de mi esposo no sea tan grave, y por mucho menos, le estoy negando la palabra. Pues no, si mi esposo fuese perfecto, no me necesitaría. Precisamente porque no lo es, me necesita, así que, os dejo que voy a “arremangarme”. Tengo a alguien muy importante que necesita mi ayuda.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Daniel: Necesito de tu dirección espiritual. Son temas contigo, pero tú eres la persona que mejor me conoce y nadie me puede ayudar mejor que tú. Pero ya sabes, te pido que trates esta conversación desde el punto de vista de dirección espiritual, no de esposa.
Mercedes (Esposa de Daniel): Muy bien. ¿A qué hora quedamos?
Daniel: Si te parece bien, a las seis.
(A las seis, se reúnen Daniel y su esposa para tomar un café y charlar).
Daniel: La cuestión es experimento que te distancias de mí cuando afloran mis debilidades, y mi pecado. Lucho mucho contra esas pasiones desordenadas que tengo y que me impiden amarte, pero no soy capaz de dominarlos todavía. Necesito tu ayuda, y en ese momento no me ayuda que me corrijas porque esa corrección hace que me centre en tus debilidades y verte tan frágil e imperfecta como yo. Y entonces me pregunto ¿por qué siente ese rechazo hacia mí si ella es tan pecadora como yo? Ya sé que está mal, pero no sé, quiero que me respondas: ¿qué querrá Dios decirme en este momento? No busco tener razón o no, ni siquiera librarme de esas sensaciones, pero esto es lo que vivo, y busco la voluntad de Dios. Te necesito. Sinceramente te lo digo.
Mercedes: Te diría que Dios quiere que sigas intentando amar, que sigas luchando, porque la perseverancia es la clave. El que persevere se salvará, dice el Señor. Los sarmientos unidos a la Vid, son los que dan fruto. Lo demás, pueden ser sensaciones, malas interpretaciones, otras veces puede que tengas razón, pero comprende que yo también estoy en esa lucha, y últimamente me cuesta especialmente ser misericordiosa con la miseria de los demás. Sé que está mal, pero me pasa como a ti, que intento superarlo y no soy capaz. Y le pido a Dios que me ayude, y le lloro, pero nada. Tenemos que entender que somos limitados ambos y Dios quiere que nos amemos con nuestras limitaciones. Lo que no quiere Dios es que perdamos la Esperanza en que Él nos perdona y Él nos salva. Él hará posible nuestro amor. Ahora comprendo un poco más tu fragilidad y creo que me ayudará a mirarte con más misericordia. Pido al Señor que me ayude.
Daniel: Yo también te comprendo mejor. Intentaré ser más consciente de las situaciones a las que te hago enfrentarse y que esa sea mi motivación para evitarlas. Gracias, Mercedes. Gracias por tu sinceridad, tu humildad y ese chute de Esperanza que siempre me das. Te quiero.
Mercedes: Gloria a Dios. Te quiero.
Madre,
Necesitamos ser sanados, todos los días. Nuestro matrimonio necesita ser sanado, todos los días. Envíanos la Gracia del Espíritu para que nos purifique y seamos capaces de amarnos como el Señor nos ama. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.