EVANGELIO
Soy manso y humilde de corazón
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobres vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
Acceso a la Sabiduría.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Jesús deja claro que Dios no se mueve en el plano intelectual, sino en el del corazón. Hoy celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Un corazón que se vuelca hacia los pequeños, nos necesitados, los desfavorecidos.
Nosotros, mientras tanto, en nuestra relación matrimonial, estamos siempre intentando quedar por encima, demostrar que somos más listos y más perfectos. No nos hemos enterado del Evangelio. Sólo el humilde está en disposición de acoger y comprender la sabiduría de Dios.
Un caso aterrizado a la relación conyugal:
Pedro y María son un matrimonio que trabajan juntos. Tenían que entregar un trabajo para el día siguiente. Eran las 21h y Pedro no había terminado aún una parte que sólo sabe hacer él.
María: Pedro, ¿Todavía no lo has terminado?
Pedro: No, María. Son muchas cosas las que tengo que llevar para adelante.
María: Pedro, te lo digo con cariño. Debes centrarte en lo importante. Te sueles distraer con cosas que no lo son. Te lo digo por tu bien.
Pedro: María, tú has estado tumbada toda la tarde ¿Y me vas a venir a mí a decir que encima de que no he parado de trabajar lo hago mal? Ni que tú fueses perfecta.
María: Pedro, te lo he dicho con cariño, por tu bien.
Pero Pedro estaba demasiado obcecado con no aceptar aquella corrección. Era cierto, Pedro había dedicado una buena parte de la tarde en bajarse una información que no era relevante para aquel trabajo urgente. Creía que iba a ser un momento, pero las cosas se complicaron y se lió intentando solucionarlo. La consecuencia fue que Pedro se acostó aquel día a las 3 de la mañana.
¿Cuándo tendrá Pedro la humildad suficiente para acoger las mejoras que Dios quiere ofrecerle a través de su esposa? Las consecuencias de su orgullo, las acaba pagando él.
Madre,
Dios vio en ti la humillación de Su esclava, y por eso hizo obras grandes por ti. Y por eso te ha hecho Reina del Universo. Enséñanos a los esposos, bendita Madre, a tener la humildad suficiente para acoger la sabiduría que Dios nos quiere transmitir a través de nuestro cónyuge, como ministro de la gracia de Dios que es para mí. Por Jesucristo, tu hijo, nuestro Señor. Amén.