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EVANGELIO
Por sus frutos los conoceréis.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».
Palabra del Señor.
A veces sí.
Por los frutos nos conocerán. Pero… ¿qué tipo de frutos? Obviamente los frutos del Espíritu Santo: Caridad, gozo (alegría), paz… Vale, entendido.
Pues voy a ver si en mi vida hay esos frutos:
– Caridad: Debe ser lo más parecido al amor con que Dios entrega a Su Hijo único para la salvación de los hombres. ¿Amo yo de esa manera? Bueno… a veces vivo la entrega generosa por amor, pero otras… no.
– Gozo: Es el fruto de vivir la consagración, lo que me permite vivir con alegría también en los momentos difíciles. ¿Los vivo con alegría? Pues a veces sí, por la gracia de Dios, pero otras… no.
– Paz: Es la armonía interior que da la relación profunda con el Señor. ¿Vivo con paz? Pues a veces sí, pero otras… no.
Entonces ¿qué pasa? Hay frutos o no hay frutos del Espíritu en mi vida. Pues, aunque tenga caídas, espero que mi vida en su conjunto esté agradando a Dios. Es como mirar una constelación de estrellas. No todas brillan, y algunas parpadean más de la cuenta, pero en mi vida en general ¿puedo contemplar un cielo estrellado?
Aterrizado a la vida matrimonial:
Pedro: Hoy, Lourdes, me gustaría aplicarle a mi estado de vida la prueba del 9. ¿Te agrado como esposo? Ya sé que tengo mis caídas, pero ¿qué responderías?
Lourdes: Claramente sí, Pedro. Veo la transformación que Dios va haciendo en ti y me gusta muchísimo. De vez en cuando, hay coletazos del hombre viejo, pero en tu vida actual, en general reina el amor de Dios.
Pedro: Gracias Lourdes.
Lourdes: Ya que estamos, ¿y yo? ¿Te agrado como esposa?
Pedro: ¿Agradarme? Agradarme es poco. Me encantas como esposa. También tienes tus caidillas pero benditas sean, porque Dios las permite para seguir construyendo tu santidad. Yo ya voy guardando pelo tuyo para cuando pidan tus reliquias…
Lourdes: Jajaja. Anda tontorrón… mira que eres guasón. ¿Cómo no voy a estar enamorada de ti?
Madre,
Los frutos son del Espíritu, no nuestros. También agradecemos cuando Dios no nos quiere dar más gracias porque considere que no es el momento. Él sabe qué hacer mucho mejor que nosotros. Nosotros seguimos en Sus manos divinas. Alabado sea por siempre.
Sinceridad y espontaneidad en esta pareja que hoy se nos presenta como estampa a imitar…, Pero nos falta esa espontaneidad y la franqueza necesaria , para compartir e intercambiar nuestros sentimientos.