EVANGELIO
Le traspasó el costado, y salió sangre y agua
Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 31-37
En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»
Palabra del Señor.
Sagrado Corazón de Jesús.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Es impresionante, con qué fidelidad, uno de los libros proféticos del Antiguo Testamento, relata lo que iba a ocurrir en el pasaje de hoy:
Zacarías 12, 10 Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito.
Hoy, celebramos el Sagrado Corazón de Jesús. El misterio insondable de Dios, escondido desde toda la eternidad, se hace visible en Jesús. Él nos deja entrar hasta su Corazón. Él nos abre su intimidad para que entremos en ella y nos refugiemos de las tormentas que azotan a nuestro alrededor.
San Agustín, ut supra. ‘abrió (Su costado), a fin de que en cierto modo se franqueara la puerta por donde brotaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la verdadera vida. Y sigue: «Y al instante salió sangre y agua». La sangre fue derramada por la remisión de los pecados, y el agua para suave bebida y purificación. Esto había sido prefigurado por la puerta que a Noé se le mandó abrir en el costado del arca para que entraran los animales que se habían de salvar del diluvio, en los que se simbolizaba la Iglesia. Por esta razón fue hecha la primera mujer del costado de Adán dormido, y este segundo Adán, inclinando la cabeza, durmió en la cruz, para que fuese formada su esposa y saliera de su costado durante su sueño. ¡Oh muerte que a los muertos resucitas! ¿Qué hay más puro que esta sangre? ¿Qué más saludable que esta herida?’
Y sigue el profeta en Zacarías 13, 1: “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.”
La sangre de Jesús es la única curación para nuestro problema del pecado, para nuestra incapacidad de vivir el amor conyugal tal como lo creó Dios. La sangre de Jesucristo limpia todo pecado cuando nosotros confiamos en Él como nuestro Salvador.
Es muy hermosa la imagen de la esposa que es creada del costado de Adán, a semejanza de la Esposa que surge del costado de Cristo. Es precioso que el momento de la salvación del mundo esté tan fielmente conectado con el momento de la creación del matrimonio. Por algo decía San Juan Pablo II que del futuro de la familia dependía el futuro de la sociedad y de la Iglesia.
Esposos, Cristo nos entrega su Corazón, para que nos adentremos en Él y aprendamos juntos a amar de verdad. Como dijo Crisóstomo: No seamos como los judíos que se tragaban un camello y hacían escrúpulo de un mosquito: Después de matar al Hijo de Dios, se preocupaban de comer la Pascua tal como establecía la ley.
Acojamos con alabanzas y agradecimiento su Corazón, para vivir como esposos y colaborar así con Él en la salvación del mundo.
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confiamos.
Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/