EVANGELIO
Jesús, al igual que Elías y Elíseo, no fue enviado solo a los judíos.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30
Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Palabra del Señor.
Alegría en la prueba.
Señor, nos unimos en familia para pedirte que aumentes nuestra fe. Estos son días para demostrar nuestra fe con obras: Amor, comprensión, alegría… Cuando el miedo quiere quitarte de en medio, que nuestra fe te haga más presente a través de nuestra entrega, de pensar en el otro, de nuestra oración. Que así, puedas venir a visitarnos como Elías a la viuda, que puedas venir a curarnos como al leproso, de las lepras de nuestra alma que necesitan también de tu curación. Porque estos días que nos das la oportunidad de poder orar más en familia, de poder amar más en familia, nos encuentres amando y orando.
Aterrizado a la vida matrimonial:
(Toda la familia se reúne para ver en qué puede contribuir cada uno para que estos días reine más que nunca el Amor de Dios)
Javier (el pequeño de 6 años): Señor, yo no voy a tener rabietas y voy a ser obediente.
Silvia (15 años): Señor, yo voy a hacer una tarta de chocolate para que mañana todos merendemos juntos.
Antonio (18 años): Señor, yo quiero aprovechar para pedir perdón por las veces que me resisto en rezar la familia unida. Me comprometo a animar a mis hermanos a hacerlo a partir de ahora.
Mercedes (esposa y madre): Señor, yo animaré a mi familia a continuar yendo a la Eucaristía, tomando las precauciones oportunas, pero que no nos falte el alimento de la vida. Encontraré una iglesia para hacerlo posible.
Mario (esposo y padre): Señor, yo ofrezco coger la guitarra y animar la oración familiar para hacer la celebración más hermosa para ti.
(Ellos siguieron su camino del Evangelio y el Señor les protegió porque tenían fe en Él)
Madre,
Enséñanos a tener puesta nuestra mirada en el Corazón de Tu Hijo. A aprender de ti. Cuando las cosas se complicaban, Tú mirabas al cielo y sabías ver la providencia de Dios en todo. ¡Gracias Madre!
Madre, hoy, martes 17 de marzo del 2020, la liturgia Eucarística, en la 3ra. semana de Cuaresma, nos presenta el Evangelio de Mt. 18,21-35, en el que el Señor nos recuerda, ante nuestras continuas preguntas acerca del perdón, cuantas veces tenemos que perdonar (…). El ejemplo que nos da, es muy claro de entender y de aplicar en todos los estados. Para el matrimonio viene como el anillo que nos pusimos el día que nos prometimos: «Hasta que la muerte nos separe». Una frase, por cierto, incompleta, poco acertada para mí. A los esposos no los puede separar la muerte. Para un cristiano , creyente seguidor del Esposo, ¿qué muerte lo van a separar del Amor de Cristo?
Nos puede separar el no saber perdonar al espis@ un mínimo de la cuarta parte que el Señor nos perdona constantemente(… 70 veces 7…)a cada un@ de nosotr@s.
¡Madre, apiádate de los esposos y enséñanos a parecernos un poco a Tí y a José. Amén!