EVANGELIO
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 29-34
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: ”Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
Palabra del Señor.
Avisos:
- Anuncio en Vitoria: 22 de enero de 2020 a las 19:45h en Parroquia María Inmaculada, (Magdalena Kalea, 1)
- Anuncio en Madrid: 25 de enero de 2020 a las 20:00h en Parroquia Virgen del Castillo, San Isidoro y San Pedro Claver (Hortaleza)
- Retiro en San Sebastián: 24-26 de enero de 2020. Información aquí: http://wp.me/p6AdRz-1ZP.
- Retiro en Vigo: 31 de enero, 1 y 2 de febrero de 2020. Infórmate e inscríbete aquí: https://wp.me/p6AdRz-229
- Anuncio en Madrid (Móstoles): 2 de febrero de 2020 a las 17:00h en Parroquia Nuestra Señora de la Asunción (Plaza Ernesto Peces 1, Móstoles)
- Anuncio en Málaga: 5 de febrero a las 20:30h en Parroquia del Carmen (Málaga)
- Retiros en Madrid y Salamanca: 14-16 de febrero (MADRID) y 21-23 de febrero (SALAMANCA). COMPLETOS
- Retiro en Toledo: 07-09 de febrero. Infórmate e inscríbete aquí: http://wp.me/p6AdRz-25O
- Retiro en Sevilla: 14-16 de febrero de 2020. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-266
- Retiro en Barcelona: 28 feb – 01 Marzo de 2020. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-26h
(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)
…Para ver más pincha aquí: https://wp.me/P6AdRz-D1
Reconocer al EESS
La Virgen en una ocasión nos dijo en Fátima estando en oración: “Detrás de tu humildad verás la luz”. Hacía falta toda la humildad de Juan, que llevaba toda su vida purificándose en el desierto, para ver al Espíritu Santo posarse sobre Jesús. Allí había mucha gente, pero no supieron reconocer al Cordero de Dios. Quizás los demás vieron una paloma, pero Juan supo ver al Espíritu Santo. Por eso, porque lo supo ver con sus ojos humildes, pudo dar testimonio de que Jesús era Hijo de Dios.
¿Veo a Dios en mi esposo? ¿Veo a Dios en las circunstancias de mi vida? ¿Sé reconocer la acción del Espíritu Santo en nosotros? Si la respuesta es no, es porque me falta humildad. Seguramente me falta pasar una buena temporada en el “desierto”, rodeado de dificultades y haciendo muchos sacrificios, hasta despojarme de todo aquello que me hace vanidoso y orgulloso. Quizás me faltan muchas horas de relación con Dios, hasta descubrir quién es Él y quién soy yo, para colocarme en mi sitio y reconocer lo que viene de Él y lo que viene de mí. Así dejaré de ver en Cristo a un Dios lejano que no parece hacerme mucho caso, y veré en Él al Cordero de Dios que entrega hasta Su última gota de Sangre para quitar el pecado del mundo.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Pedro: Padre, no sé qué pasa. Últimamente parece que mi esposa y yo volvemos a caer en algunas cosas en las que caíamos antes de nuestra conversión. Es como si nos hubieras dado la Gracia y después nos la hubieras quitado por algún motivo. ¿Es que no te hemos respondido? ¿Es que no lo hemos dejado todo?
El Padre: Y esas caídas, ¿Las vivís igual que entonces o algo ha cambiado?
Pedro: Ha cambiado que ahora somos más conscientes del origen y las consecuencias de cada caída. Es como que estamos experimentando las consecuencias del pecado sobre Tu obra creadora.
El Padre: Pues vivid esas caídas con humildad. Aprended, aprended, que se os quede grabado el horror del pecado, para haceros humildes y estar listos para cuando os dé la gracia de redimiros de estas circunstancias y sepáis que no ha sido obra vuestra, sino mía, por amor a vosotros. Por amor os lo di, por amor os redimí.
Madre,
Alabado sea Dios, que nos enseña, nos instruye en Sus sendas y se hace presente entre nosotros en todas las circunstancias de la vida. A Él gloria y alabanza por los siglos. Amén.