El reino de los cielos es Cristo y mi respuesta para seguirle, es decir, mi vocación. ¡La oportunidad de amar a mi esposo/a también en la dificultad!
EVANGELIO
Vende todo lo que tiene y compra el campo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas que, al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra».Palabra del Señor.
Avisos:
- Retiros en Madrid: 13-15 y 27-29 de septiembre (Casa de Espiritualidad Emaús – Oblatos). Más información aquí: http://wp.me/p6AdRz-1QQ
- Retiro en Málaga y campamento para niños: 04-06 de octubre. Infórmate aquí: https://wp.me/p6AdRz-1RV
(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)
- Retiro en Sevilla: 18-20 de octubre
- Retiro en Jerez: 08-10 de noviembre
…Para ver más pincha aquí: https://wp.me/P6AdRz-D1
De perlas.
En la primera parábola que relata el Señor, el reino de los cielos es un tesoro. Sin embargo, en la segunda, el reino de los cielos se parece al comerciante, y no a la perla. Son la actitud de alegría y el empeño del comerciante los que hacen presente el reino de los cielos en la escena.En nuestro caso, no tenemos que buscar la perla. La Perla está clara. Es Cristo y mi respuesta para seguirle, es decir, mi vocación, por la que merece la pena venderlo todo. Entonces, lo que este Evangelio me llama a preguntarme es: ¿Qué obstáculo hay entre nosotros, que me impide tener esa actitud de alegría que tiene el comerciante? Mira un hombre triste y verás un hombre pecador. Es verdad que nos vienen ciertos sentimientos de tristeza ante las circunstancias duras de la vida, y estos sentimientos son inevitables, pero no debemos darles cobijo. Dios nos da poder para vencerlos a través de nuestro Sacramento.Son pruebas de fe en las que, lo que tengo que decir es: Señor, en esta dura situación sé que también me estás amando.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Pablo: (Pensativo y triste)
Cristina (Esposa de Pablo): Pablo, alegra un poco esa cara de amargado, ¡Hombre!.
Pablo: (Piensa: He tenido un mal día. Me ve triste y ni siquiera me pregunta. No le importa, y encima me lo recrimina)
Pablito: Mamá, ¿Qué le pasa a papi que está tan serio? Me acerco y no quiere jugar ni hablar conmigo.
Cristina: Pues no sé, hijo. No te preocupes, ya se le pasará.
Pablo: (Reza: Señor, me estoy regodeando en mi tristeza y llamando la atención en plan víctima. Dios mío has permitido que tenga un día así, para crecer y te pido perdón porque no he dejado de mirarme. Sé que me amas también en esta situación, incluso más, y quiero responderte como te mereces. ¡Voy a entregarme con una sonrisa! Porque Dios me está amando también en esta situación.. ¡Pablitoooo! Ven aquí, campeón, vamos a jugar ¿Vale?
Pablito: ¡Bieeennn! Mami, Mami, ¡Papi está contento otra vez!.
Pablo: Sí, claro. Porque soy muy afortunado con tanto amor y me gusta estar con vosotros. ¡Cristina!, Un beso a la esposa más estupenda del mundo, que llevo toda la mañana sin verte.
Cristina: Sííí. Por cierto ¿Cómo te ha ido?
Pablo: Mal, pero no permitiré que esto me domine y nos afecte, ha sido una oportunidad para amar en la dificultad y aunque haya tardado en reaccionar, ahora la quiero acoger.
Cristina: ¡Ese es mi Pablo! ¡Chócala! Prueba superada Jajajajaja
Pablo: Te amo.
Cristina: Yo también a ti
Pablito: (Aunque jugando, se empapa de la lección de amor de hoy entre sus padres)
Madre,
Que nuestra alegría sea siempre reflejo del amor de Dios, que nuestros gestos sean agradables a sus ojos, que siempre nos encuentre con una sonrisa basada en la fuerza de la fe y en la esperanza. El Señor se merece el consuelo de nuestro agradecimiento. Alabado sea el Señor que tanto nos ha amado y nos ama.
¡Gracias! Este post me ayudó a darme cuenta de mis errores, que son muchos, y que con la ayuda de Dios superaré, entre otros, mi falta de humildad.