Vuestra tristeza se convertirá en alegría.
<…cómo la tristeza, aunque breve, engendra el gozo, y éste es eterno, trae un ejemplo mundano, diciendo: «La mujer cuando ha de dar a luz se entristece, porque ha llegado la hora; pero cuando le nace un niño ya no se acuerda de su apuro por la alegría de que ha dado un hombre al mundo»> (Crisóstomo, ut supra)
En este pasaje, Cristo está haciendo alusión claramente a la muerte y resurrección que estaban a punto de presenciar sus discípulos. Pero para nosotros hoy, estas palabras también nos traen un mensaje aplicable a nuestro día a día.
Hay momentos en que los esposos nos producimos tristeza el uno al otro. Si conseguimos superar esos momentos de tristeza manteniéndonos fieles al amor y a la promesa matrimonial, obedientes al Padre como hizo Cristo en su Pasión y Muerte, engendraremos en nuestro matrimonio un “gozo, y éste es eterno”, como dice Crisóstomo.
El amor tiene una característica, que es más fuerte que la muerte: “el amor no discurre al par de la muerte; la sobrepasa” (Karol Wojtyla). Lo ha demostrado el amor de Cristo. El amor humano lleva consigo una promesa de inmortalidad. “Lo que es indestructible, en mí permanece” (San Juan Pablo II). Lo que es indestructible es nuestra relación con Dios, realizada en el encuentro amoroso entre los esposos.
El amor de los esposos es más fuerte que la muerte. No tengamos miedo a las dificultades ni al dolor. Se convertirán en alegría. El Espíritu de Cristo nos acompaña y Él es invencible.
Oramos con el salmo: El Señor revela a las naciones su victoria. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.