¿Quién santifica nuestro matrimonio?
La misión del Padre es crear, Dios creador. La misión del Hijo para con nosotros es Salvarnos. ¿Cuál es la misión del Espíritu Santo?
El Espíritu nos va mostrando el camino cuyo origen y fin se encuentra en Dios. Porque el Hijo de Dios ha tomado cuerpo, y el Espíritu residía en Él, y aprendió cómo debe ser un hombre santo. Cristo nos deja en herencia su Espíritu y el que lo recibe, puede vivir un amor nuevo que nos mueve a entregarnos al único Santo: Dios. Nos enseña a ser hijos. Y ese mismo Espíritu nos enseña a ser esposos, como lo es Cristo.
Dios ha hecho posible este amor entre los esposos. Él mismo nos ama a través del amor de nuestro esposo/a. Y esto nos colma de gozo.
Para que el Espíritu actúe en nosotros, es necesario que los esposos elijamos libremente por el Reino de Dios. Y esa decisión pasa por guardar los mandamientos.
El resultado de esta decisión es “la verdad del amor: La plenitud de una comunión humana y también lo que significa amar en Espíritu: Haber recibido en el matrimonio el mismo amor de Dios. De esta forma todo amor queda consagrado y todo él nos dirige hacia la meta, hacia el Padre” (“Betania, una casa para un amigo”, José Granados y José Noriega).
Oramos con el salmo: Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria.