La misión de ser “Uno”
“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, … y nadie las arrebatará de mi mano. … Yo y el Padre somos uno.”
Señor, nosotros somos tus ovejas, tú nos conoces y te seguimos. Y la pista que nos das en tu seguimiento es: “Yo y el Padre somos uno”.
(Seguimos trabajando sobre ideas presentadas en el libro “Llamados al amor, Teología del cuerpo en Juan Pablo II” de Carl A. Anderson y José Granados)
Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. La imagen se refiere a la dignidad del hombre, mientras que según los Padres de la Iglesia, la semejanza mide nuestra cercanía a Dios. Por eso la semejanza crece con el tiempo.
Por tanto, la imagen no es como una fotografía, sino más bien como una obra de teatro, como un camino en que el hombre refleja la imagen de Dios. ¿Cuál es ese camino?. En primer lugar, reconocer la filiación divina, pero eso no es suficiente. Tenemos que escuchar su Palabra y dar fruto. San Juan Pablo II lo dice en Mulieris Dignitatem: “Esta semejanza es una cualidad del ser personal… y es también una llamada y una tarea”.
¿La tarea? En la comunión de personas es como la imagen de Dios llega a su plenitud. Y el matrimonio es la forma de comunión a la que estamos llamados desde nuestra vocación. El matrimonio es el camino que nos lleva a Él.
Hoy terminamos con un rosario a Nuestra Señora de Fátima, Patrona de este proyecto misionero de amor, para matrimonios. Ella nos guía en este itinerario de fe y formación.
María, Reina de la Familia, ruega por nosotros.