El poder de la carne.
San Cirilo, ut sup. Aunque como Dios hubiese podido curarlos a todos con una sola palabra, sin embargo, los toca, dando a entender que su carne tenía virtud bastante para remediar todos los males; porque era carne de un Dios. Así como el fuego colocado en un vaso de bronce le comunica su propio calor, así el Omnipotente Verbo de Dios, cuando se unió realmente al templo, animado e inteligente, tomado de la Virgen, le hizo participante de los efectos de su poder. Que nos toque también a nosotros; mejor aún, toquémosle nosotros a Él, para que nos libre de las enfermedades del alma, de los ataques del demonio y de la soberbia.
Comentamos: Cristo se hace Carne y cura tocando con su Carne. El Demonio conocía el poder de la Carne de Cristo.
Nuestra carne ha sido elevada por Cristo. Nuestra capacidad de amar se hace posible a través de nuestro cuerpo y esta capacidad, supera nuestras fuerzas. Nuestra carne adquiere una capacidad sobrehumana para amar. De ahí la importancia de nuestro cuerpo, templo de Espíritu Santo. No es solo una parte cualquiera de nosotros. Está integrada en la persona y lo que hagamos con él, se queda muy pegado a lo que somos. Por tanto, tenemos que respetar nuestro cuerpo. No es un escaparate, no es un medio para presumir. Es la parte de la persona que nos permite relacionarnos, amarnos y entregarnos.
De esta manera tenemos que mirar el cuerpo de nuestro/a esposo/a. Como el medio que Dios nos ha dado para poder hacernos uno en la carne, expresar nuestro amor, decirnos “te quiero”, conocernos, mirarnos… El cuerpo expresa a la persona.
San Beda: Los demonios confiesan al Hijo de Dios; por eso después se dice: «Sabían que Él era el Mesías»… No persuadió a los judíos a que lo crucificasen porque creyera que no era el Hijo de Dios, sino porque no previó que él mismo sería condenado por su muerte.
Acerca de este misterio, oculto desde la eternidad, dice el Apóstol (1Co 2,8), «que ningún príncipe de este mundo le ha conocido, porque si le hubieran conocido, nunca hubiesen crucificado al Dios de la gloria».
Comentamos: Los demonios conocían el poder de Cristo en la Carne. Lo que no sabían, pues era parte del misterio de Dios desde toda la eternidad, es que con la muerte de Cristo, su Carne iba a adquirir un poder infinito. A partir de su muerte, el cuerpo de Jesús es entregado a todos para que nos toque, increpe nuestro mal y nos salve día a día. Desde que Cristo se hace Eucaristía, el Demonio está perdido.
Lo que menos quiere Satanás es que oremos juntos, el matrimonio y la familia, porque sabe el poder de la oración. Por eso pone tanta dificultades. Lo que menos quiere Satanás es que vayamos juntos a la Eucaristía, que unamos al ofertorio nuestra entrega conyugal. Satanás sabe que como hagamos eso, está perdido. Cristo nos toca y ordena a los demonios que se callen, que no proclamen al Mesías, porque nos presentarán un dios falso.
La supremacía y el poder de Dios sobre el Demonio es indiscutible. ¿Por qué no nos apoyamos en Él?.
Oramos con el Salmo: El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra: él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones.