Del escándalo de la cruz al de evitar la cruz.
El Evangelio nos vuelve a revelar el Corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos y cuáles tenemos que tener nosotros en relación al Padre con el esposo e hijos.
Dos claves sobre la pequeñez:
La obligación para nosotros de luchar contra nuestra tendencia a engrandecernos: «Si no volvéis a ser como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Por tanto el que se haga pequeño, ese es el más grande…»
Lo que valora el Padre no es tanto «ser pequeño», sino «hacerse pequeño». «El que se haga pequeño…, ése es el mayor en el Reino de los Cielos». Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos, el Padre valora nuestra lucha. Él ve en nuestro corazón, lo mucho que nos esforzamos y contamos con Él, gozando de una relación filial. Esto es tener el corazón sencillo como el de un niño, es la pureza de corazón la que permite escuchar la voluntad del Padre, reconocer Su rostro en nuestro esposo.
La segunda clave es nuestro trato para con el otro, pues nos dice: «cuidado con despreciar a uno de estos pequeños…» «el que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí». ¿A qué pequeñez se refiere Jesús? Si contemplásemos a nuestro esposo, o nuestros hijos como ovejas buscadas por el Padre, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios en ellos. “¡El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí!”.
Cuidado con despreciar y escandalizar a los pequeños, significa desde nuestra vocación conyugal: No ser fieles a nuestra llamada al Amor, no enseñar a nuestros hijos a Amar como Cristo. Que no vean en nosotros el espíritu de servicio, de sacrificio, la entrega, el perdón, la reconciliación… Un amor gratuito que no busca otro interés que el de agradar a Dios. Escandalizarles por ser con nuestro ejemplo, motivo para que nuestros hijos pierdan la fe en Dios y no conozcan el verdadero Amor, pues amar a alguien es decirle: tu no morirás.
Algunos matrimonios dejan de Amarse como Cristo porque viven una cruz. A veces se considera la cruz motivo de escándalo para los hijos, cuando el escándalo es que no conozcan el verdadero Amor redentor, la Vida y el poder de Dios.
Mateo conserva una frase muy dura de Jesús: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar”. Significa que hay que ser muy exigente en el combate contra el escándalo que aleja a los pequeños. Con otras palabras: nuestra llamada al amor debe ser nuestra prioridad.
Oramos con el salmo: ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor! Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas.