EVANGELIO
El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20
Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».
Palabra del Señor.
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Recibirlo en condiciones.
Recibo al que el Señor me envía cuando recibo a mi esposo, y recibiendo a mi esposo le recibo a Él, y recibo también al Padre.
A ver cómo hago para recibirle en condiciones en todo momento.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Mercedes: Veo que me recibes cada vez con más ilusión, con más entusiasmo, y me encanta. Da gusto encontrarme contigo. ¿A qué se debe?
Felipe: Se debe a que cada vez entiendo más mi vocación y mi espiritualidad conyugal. Cada vez veo más presente a Cristo en ti, y esto me alegra de una manera sobrenatural.
Mercedes: A qué te refieres con esa manera sobrenatural.
Felipe: Me refiero a que se alegra mi espíritu en Dios, no en las circunstancias.
Mercedes: ¿Me ayudas a mí a vivir eso?
Felipe: Encantado. No se me ocurre un plan mejor.
Madre,
A ti también te acogemos como enviada del Señor. Bendita seas, Madre.
Buenos y santos días: al programar la lectura del jueves no se percata claramente lo importante que es pedir al Señor el don de la humildad sin ella difícilmente se puede alcanzar los demás Jesús nos lo muestra en el lavatorio de pies. Yo veo que de esta manera vemos al otro a nuestro cónyuge con la mirada del amor de los amores dándonos cuenta que el otro no es más que yo ni menos que yo el otro es Cristo qué espera de mí también un amor sin reservas. El perdón la paz, la santa paciencia y el buen ánimo tiene que ser en nosotros el sello indeleble en nuestro matrimonio. Pues siervos inútiles somos y nuestra mirada junto al amor que nos profesamos debe de estar puesta cada día en Dios. Santos y buenos días rezamos unos por otros.