EVANGELIO
Vino Juan y los pecadores le creyeron.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
Palabra del Señor.
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Vuelta al primer sí.
La vida es una sucesión de “Síes”. Di un “sí” el día de nuestra boda, y me consagré al Señor a través de mi “sí” a la entrega total a mi esposo, pero… en realidad, no me entregué totalmente. Entonces me consagré a María dándole mi “sí” para entregarle a Ella todo y, medio lo cumplía, pero mi sorpresa es que María me empuja otra vez a cumplir con el “sí” a mi esposo, a través de este itinerario de Proyecto Amor Conyugal. Me devuelve a mi primer “sí”.
Aprendí que Su respuesta siempre será “haced lo que Él os diga” y Él quiere que me haga uno con mi esposo ¡y punto! Es la llamada que me ha hecho.
El “sí” ya lo di, pero tengo que perseverar para ir a trabajar cada día a la viña del Señor, y a mí me ha asignado cuidar las cepas de mi Matrimonio con Su amor para que produzca el mejor vino.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Teresa: Juan, ¿quieres consagrarte conmigo a las llagas de los pies de Cristo?
Juan: Teresa, ya nos hemos consagrado por los Sacramentos de iniciación cristiana, y después, por el Sacramento del Matrimonio. Más tarde nos consagramos a María, al Corazón de Jesús, a la Santa Cruz… Pero no cumplimos nuestros compromisos. Ni tú te has entregado completamente a mí ni yo a ti. Y creo que deberíamos tomárnoslo en serio. Además, María nos ha apuntado a ese camino. ¿Qué te parece?
Teresa: Pues mira, según me lo estabas diciendo, me estaba revolviendo por dentro, pero aunque no lo entienda mucho, dejaré de lado esta consagración y me centraré en amarte como Cristo.
Juan: ¡Qué alegría! Doy gracias a Dios por tu “sí” y le pido que me ayude también a cumplir con mi “sí”. Estoy contento porque el Señor me ha asignado la mejor misión, la que más me gusta: ¡Quererte!
Madre,
Gracias por llevarnos de la mano hacia la viña de nuestro matrimonio. Alabado sea el Señor que nos ha dado la misión más hermosa.
A menudo caigo en la trampa del mundo que busca mi bienestar y se olvida del «bienser». Cuantas buenas intenciones malogradas por el ruido y por mi sed saciada en fuentes de muerte.
Solo aquellos que reciben y comparten contigo el vinagre que te dieron en la cruz… los olvidados, los rechazados, los pobres de los pobres, … son los que tienen verdadera sed y acuden a la fuente verdadera porque conocen cómo se las «gasta» el mundo.
La alegría reúne, el dolor une.
Madre, ayúdame a ser consciente del engaño del mundo y enséñame a no huir del dolor que pueda tener mi esposo en su corazón.
Solo Dios basta!!