EVANGELIO
Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-11
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te diga:
“Cédele el puesto a este”.
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor.
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Es un honor.
Hemos nacido para ser importantes, pero no por nuestros méritos, sino que es Dios quien ha decidido que seamos importantes para Él. Luego es Él quien nos hace importantes. Por otro lado, el deseo de una bondad en el hombre es bueno para su propia perfección a la que ha sido llamado por Dios, pero el deseo de que su bondad sea conocida, no le lleva a su perfección, sino al contrario. A Sta. Teresa de Jesús le preocupaban aquellos que no veía humildes, porque no iban a poder avanzar en su camino hacia la santidad. En cambio, alguien que no siendo demasiado virtuoso era humilde, sabía ella que Dios actuaría en él y llegaría alto.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Antonio: Me cuesta horrores no defenderme cuando me siento acusado injustamente. Pero tengo entendido que es un signo de humildad y un medio para alcanzarla.
Gloria: Ya, Antonio, a mí también me pasa. Pero ¿Tú quieres asemejarte a Cristo?
Antonio: Mujer…, pues claro que quiero. Es mi modelo en todos los sentidos.
Gloria: Pues mira qué manera más bonita tenemos de asemejarnos a Él: En el juicio injusto. ¿Qué te parece?
Antonio: Visto así… es un honor ser juzgado injustamente. Intentaré acordarme la próxima vez. Gracias Gloria.
Luisito: ¡Mamá! ¿Quién se ha comido mis gominolas? Seguro ha sido Papá.
Antonio: No hijo… digo… sí hijo, perdona. Ya te compro yo otras mañana. ¿Vale?
Madre,
Cuanto nos cuesta entregar la honra. Es nuestro tesoro más codiciado. Alabado sea el Señor que permite muchas oportunidades para que nos liberemos de el deseo desordenado de prestigio.
La gloria de los hombres es la vida del tener y el poder. Tu gloria Señor es nuestra vida semejante a Ti, donde tu lo tienes todo y lo puedes todo. ¿Qué más podemos necesitar?
Madre, bajo tu manto no tenemos miedo. Te ofrecemos toda nuestra vida.
Solo Dios basta!!!