EVANGELIO
Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos de impuestos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17, 22-27
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo:
«Al Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?».
Contestó:
«Sí».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A los extraños».
Jesús le dijo:
«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».
Palabra del Señor.
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Un nuevo corazón.
Señor, te despojaste de tu condición divina y te hiciste uno de tantos, vienes al mundo a ofrecerte en sacrificio por nuestra redención. Encima ¿tenías que pagar las dos dracmas? Obviamente no. Pero me llama la atención lo que dices: “para no darles mal ejemplo …págales por ti y por mí”. Como Tú, me invitas a no dar mal ejemplo, incluso renunciando a derechos que pueda tener, pero he de hacer como Tú, aunque sólo sea por no dar mal ejemplo.
Me encanta tu humildad, Señor. Cuánto tengo que esforzarme para dar buen ejemplo a mi esposo, a mis hijos, a otros matrimonios… Sobre todo, porque me declaro cristiano. De ello dependerá que otros muchos quieran o no ser esposos cristianos.
Gracias Señor por tu ejemplo.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marga: No debías consentir que tu mujer te hablara así delante de tus hijos.
Carlos: Marga, eso no está en mi mano. Yo no puedo transformar a mi esposa, sólo puedo rezar por ella. Pero estas situaciones, las permite Dios para que yo pueda ser ejemplo de cómo amar cuando te hablan así. Ese es mi objetivo, que mis hijos aprendan a amar viendo a su padre amar en lo bueno y en lo malo.
Marga: Visto así, tienes razón. Se encontrarán muchas situaciones como esta en la vida y tienen que saber cómo afrontarlas como cristianos. Gracias por tu ejemplo. A mí también me has ayudado mucho.
Carlos: Gloria a Dios.
Madre,
El Señor vino a morir por nosotros, Él es ejemplo de cómo debemos amar. Le contemplo admirado y me siento muy amado por Él. Dame un nuevo corazón, Señor, limpio como el cristal, dulce como la miel… Un corazón que sea, como el Tuyo, Señor.
Gracias. Amén.