EVANGELIO
Sígueme.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 18-22
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla.
Se le acercó un escriba y le dijo:
«Maestro, te seguiré adonde vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
Otro, que era de los discípulos, le dijo:
«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Jesús le replicó:
«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos».
Palabra del Señor.
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Ciegos, sordos, muertos…
Ser Cristiano es seguir a Jesús. ¿Y Él qué hace? Estar con los que más sufren, con los que más lo necesitan y sanarlos, amarlos. Mi camino tras de Él no consiste tanto en revisar en qué debo mejorar, sino en quitar de en medio todo lo que me impida amar como Él ama a los necesitados. Entregarme por ellos. El riesgo del cristiano puede ser acomodarse en una especie de religión burguesa por la que estamos muy a gusto unos con otros disfrutando de la complacencia de estar juntos. Necesitamos estar con el Señor, necesitamos una comunidad que esté entorno a Él, pero todo eso lo necesitamos para poder entregarnos y amar. Amarnos como esposos en nuestro peor momento, en las necesidades espirituales que cada uno tenemos, amar a nuestros hijos en esa entrega cotidiana, y amar a tantos matrimonios que si no hacemos nada se van a hundir envueltos en un montón de pobrezas espirituales que les impiden ver más allá. Son los ciegos, los sordos… Los muertos a la vida en el Espíritu.
El Corazón de Jesús nos necesita para hacerles llegar Su amor y el Corazón de María quiere triunfar en ellos.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Juanjo: ¿Qué buscas con esas lecturas, Almudena?
Almudena: Busco mi perfeccionamiento espiritual. Busco alcanzar la misma perfección de Cristo.
Juanjo: Y si la alcanzas ¿Qué?
Almudena: Seré santa y mereceré el abrazo del Señor. Estoy deseándolo tanto.
Juanjo: Y cuánto estás amando mientras trabajas por tu perfeccionamiento espiritual. Yo te necesito y los niños también.
Almudena: Estoy amando al Señor, que necesita almas que se entreguen para su consuelo.
Juanjo: Almudena, igual estoy equivocado, pero creo que el Señor nos juzgará de amor. Cada vez que te vas a un retiro espiritual o de sanación y nos dejas aquí a tu familia, cada vez que deseo que me ayudes, que recemos juntos, cada vez que tus niños no están con su madre a la hora de la oración, cada vez que matrimonios de nuestro alrededor nos necesitan y no estamos ¿No crees que es Jesús en que está en todos ellos?
Almudena: Tienes razón, Juanjo. Quizás esté descuidando el seguimiento de Jesús.
Juanjo: Perdona porque no soy yo ningún ejemplo, pero creo que hay momentos para alimentarnos espiritualmente pero si luego no dedicamos nuestra vida a entregarnos mutuamente y juntos a los demás, estamos perdiendo nuestra vida, para lo que Dios nos había encomendado.
Madre,
Seguir a Jesús no es un camino de comodidades ni de complacencia. Es un camino arduo que siempre apunta a la cruz. Quiero seguirle pero sólo sé que no tendré fuerzas. ¿Me ayudas?
Amén!
Jesús nos invita a seguirle en todo momento y con toda el alma. Para el matrimonio significa que ha de haber un acuerdo, un compromiso de ambos para cumplir el deseo de Cristo.
En primer seguirle a Él supone un acuerdo mutuo en respetarse, ayudarse, preocuparse y permanecer unidos ante la adversidad, ante las dificultades y sobre todo a la hora de la oración.
De ahí , se extiende esa voluntad de Dios a los hijos, parientes, próximos y no tan cercanos . Aquí cobra especial interés cuando, sean hijos u otros parientes o simplemente
amigos y conocidos, que sean matrimonios.
Siempre, siempre debemos observar las enseñanzas del evangelio por mandato de Dios, como consecuencia de nuestros compromisos personales con Dios.
Virgen María, Madre Ntra. Ayúdanos a ser constantes en la observancia de los preceptos de tu Hijo Jesús.