EVANGELIO
El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor.
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En On o en Off.
No hay término medio, o estamos conectados a Él o no lo estamos. Estamos en On o estamos en Off. Llegamos a la conclusión de que permanecer en el Señor es ser fiel a Sus mandatos, a Su Palabra. Así por ejemplo, si el Señor me pide que al que me pida el manto le entregue también la túnica o que ame a mis enemigos, o que Su justicia no es nuestra justicia… y yo no actúo a mi manera sin tener en cuenta todo esto, entonces me estaré desconectando de Él y dejaré de dar fruto. Mi alma se secará y no valdré nada más que para que me echen al fuego.
Pero en cambio, si permanezco en Su palabra, el Señor estará en mí, y aunque habrá una poda, porque hacer todas estas cosas me costará, pero Él no puede evitar hacer obras buenas a través de nosotros y darnos todo aquello que le pidamos. El comienzo es duro, pero la experiencia es indescriptible.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Lucas: Me doy cuenta que tiendo a criticar a mi esposa en mi pensamiento. Esto hace que me aleje de mi misión de construir una comunión con ella, porque sin querer, me va distanciando de ella. Tengo que ver en ella lo que es bueno muy bueno, fijarme en lo que nos une y no en lo que nos separa. Eso es lo que permitirá que el Señor esté en mí y pueda amarla con Su amor.
Teresa: El Señor no quiere que yo mire el pecado de mi esposo, ni que lo juzgue. Eso hace que me aleje del amor de Dios, y no me lo puedo permitir. Dejaré los juicios para Dios y yo me dedicaré a amarle como Dios me ama, que para eso he sido creada.
(Esta actitud fortalecía la presencia del Señor entre ellos y su Sacramento dio mucho fruto)
Madre,
Danos un corazón grande para amar. Alabado sea el Señor que quiere estar en nosotros para transmitirnos todo Su amor para que nos lo entreguemos uno al otro.