EVANGELIO
La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 32-38
En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló.
La gente decía admirada:
«Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían:
«Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Palabra del Señor.
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Desbloqueando corazones.
Es muy triste ver a un matrimonio comiendo o cenando juntos y sin apenas dirigirse la palabra. Es muy triste pararse en un semáforo y mirar a un lado y a otro, y ver tantos esposos con caras serias, distantes, como dos desconocidos que les ha tocado sentarse juntos porque no había más sitios. Contrasta esto con la imagen de dos novios, ilusionados, que no paran de mirarse, de preguntarse cosas con un interés enorme de conocerse.
Cristo nos dice que volvamos al principio, a recuperar el tesoro escondido de nuestro matrimonio, con la ilusión de los novios y la madurez del amor probado. Él ha venido para hacerlo posible, lo está haciendo y lo va a hacer con cada uno de los que leemos este Evangelio. ¡Nunca se ha visto cosa igual!
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marta: Después de 10 años de matrimonio ¿Dónde se ha quedado ese interés en conocernos? El mal nos ha cegado, y ya sólo vemos oscuridad el uno en el otro. Nos ha dejado sordos para escuchar el corazón del otro y sólo escuchamos el dolor de un corazón que no para de reclamar aquello que no tiene, y nos ha dejado mudos y solo salen gemidos y quejas por nuestra boca. No hay tiempo ni quedan fuerzas para hablar de nuestras cosas, de nuestros sueños, nuestros proyectos, nuestras ilusiones, quizás porque hasta éstas se han secado ya.
Matrimonio Tutor: Marta, ¡Anímate!, vuestra lengua se puede desatar para volver a hablar de amor, vuestro corazón se puede reblandecer de nuevo. Vuestra ilusión mutua se puede reavivar. Es un tiempo para la Esperanza, porque María, Ntra. Madre, nos ha mostrado un camino mejor para los esposos que se sienten como ovejas sin pastor. ¿Queréis salir de la oscuridad y no sabéis cómo? Os mostraremos la belleza y la grandeza del plan de Dios para los esposos. ¡Vais a flipar! Hay ya muchos que lo están recorriendo. Es un camino lento, pero se están salvando muchos, muchos matrimonios. El Señor está desbloqueando todos esos corazones que habían enmudecido.
Marta (Sollozando): ¡Dios quiera! Queridos amigos. ¡Dios quiera! (se abraza a ellos).
Matrimonio Tutor: Dios quiere, Marta. Basta que digáis “Sí”, un “Sí” sostenido.
Madre,
Gracias, gracias, gracias, por ser Nuestra Madre, por ocuparte de tantos matrimonios, por mover tantos corazones para llevar a Jesús a tantos matrimonio para que los sane y nos muestre lo grande y hermosa que puede llegar a ser la vocación conyugal. Ahora nuestras lenguas transmiten un bien, nuestros oídos escuchan el clamor del corazón del esposo que nos necesita, y nuestros ojos saben ver la belleza del don tan inmenso que hemos recibido de Dios. Alabado sea Dios!! Sea por siempre bendito y alabado.