EVANGELIO
Llegará el día en que se llevan al novio, y entonces ayunarán
Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas:
-«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.»
Jesús les contestó:
-«¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán. »
Y añadió esta parábola:
-«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: «Está bueno el añejo.»»
Palabra del Señor.
Salto sin red.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
En Cristo, donde reside toda plenitud, se reconcilia todo y todos, por la sangre de su cruz, reza la carta de San Pablo a los Colosenses.
A vino nuevo odres nuevos. Cristo se presenta como el novio, haciendo referencia a su desposorio con la Iglesia. En el marco de esta clara referencia esponsal, es cuando se refiere a la parábola del tejido nuevo/viejo y de los odres.
En el matrimonio, también hay que hacerlo todo nuevo, o mejor dicho, dejar que Él lo haga nuevo. Tenemos algo muy hermoso que construir. Una unión inimaginablemente bella, tanto como para llevarnos a Dios. Pero tiene un alto precio, un salto sin red. No cabe plantearse una entrega a medias tintas, porque “tiraría” nuestras antiguas actitudes y costumbres de las nuevas y las rasgarían. En el matrimonio hay que ir a por todas y mirar para adelante, no volver la mirada atrás. Luchar siempre para avanzar.
Si esperas seguir pensando como pensabas, mantener tus prioridades u ocuparte de ti y de tus gustos, no vivirás un verdadero matrimonio. Te pierdes el gran tesoro. El matrimonio nos ayuda a salir de nosotros mismos. Es como aquella plastelina que se quedaba dura con el tiempo, y empezabas a amasarla hasta recuperar la suavidad y la textura. Entonces, estaba lista para unirse a otro trozo de plastelina y hacerlos uno ¿Te gusta la imagen?. El trozo rojo se unía con el amarillo y después de mucho amasarlo, quedaba un naranja homogéneo que no se puede volver a separar. Pero, o ablandas primero la plastelina o no hay nada que hacer, se cae a trozos y no se mezcla. El ejemplo no es perfecto evidentemente, porque yo seguiré siendo yo y tú seguirás siendo tú. Uno será siempre hombre y la otra siempre mujer… pero nos vale como imagen de entrega sin condiciones. Las manos que nos amasan son las del Señor, es su Palabra, son sus sacramentos.
Esta es la actitud necesaria para el matrimonio: Preparados para todo, para dar la vuelta a nuestro “yo” como un calcetín, por amor. Se llama conversión.
Cristo reconcilia todo por su sangre en la cruz. Ablanda nuestra tozudez, nuestra dureza de corazón.
Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/