¿Es tu problema?.
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.”
Aparte de aplicarnos este Evangelio a cada uno como hijos de Dios, apliquémoslo en nuestro matrimonio. Dios no quiso redimirnos y ya está. Quiso que participásemos de su misión redentora, y que contemos unos con los otros para alcanzar esa redención. De ahí ese “Id y proclamad el Evangelio”, en lugar de proclamarlo Él mismo a todos.
En nuestro matrimonio, también nos ha entregado el uno al otro para que no perezca el esposo, para que se salve. Dios no me ha mandado para juzgar a mi esposo/a, sino para salvarlo/a. Y mi esposo/a ha sido enviado para salvarme a mí. No hace falta añadir, que no con nuestras fuerzas respectivas, sino con la gracia del Espíritu. Pero ambos somos una mediación, el uno para el otro.
Por tanto, tus problemas son los míos. Son los nuestros. Tus debilidades, son las mías, son las nuestras. Y tus fuerzas no son las tuyas, son las nuestras. Y tus dones no son los tuyos, son los nuestros… Y tus oraciones no son las tuyas, son las nuestras.
Tanto me amó Dios, que me entregó a mi esposo/a para que me salve. Tanto te amó Dios, que te entregó mi persona como esposo/a, para que te salves.
Y Dios Padre nos entrega también juntos al mundo para que el mundo se salve por Él. “Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos» (DCG 47).
Esa es nuestra misión, esposos para con nuestros hijos y para el mundo. Hoy os invitamos a rezar juntos y hablarlo juntos con el Señor ¿Qué función tiene cada uno en nuestro matrimonio:
– en la educación de nuestros hijos
– en la relación con los demás
– en ese problema familiar…
EL ESPÍRITU SANTO: Nos regenera, nos da juicio, nos acerca a Jesús. JESUCRISTO: nos perdona, presenta sus méritos en favor nuestra, nos justifica e intercede ante el Padre presentando su sacrificio. EL PADRE: nuestro Creador, ama a su Hijo y acepta sus peticiones y el hombre es justificado… Los TRES se ocupan en el bienestar del hombre, desde antes de la creación.
Nada es tu problema. Todos se convierten en algo por lo que luchar juntos.
Oramos con el Salmo: Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso.