EVANGELIO
El que pierda su vida por mi causa la salvará.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día»
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Palabra del Señor.
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No a mí, Sí a Ti.
Traduzcamos la primera frase del este Evangelio a nuestra vocación: El esposo que es hijo de Dios, tiene que padecer mucho, ser desechado, morir a sí mismo, y resucitar con Cristo como la unión de dos. La frase suena bastante fuerte, pero el Señor insiste: Si algún esposo quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, cargue sobre sí los pecados de su cónyuge cada día y me siga. Habrá que probar a seguirle ¿no?
Aterrizado a la vida matrimonial:
Paco: Ya viene con el careto. Verás la que me va a caer… me toca tragarme el orgullo y escucharla. Señor, ayúdame. Si es posible, pase de mí este cáliz… (Oración en el huerto)
Marta: Me dijo que era una mandona, sólo porque me preocupo de que las cosas de la casa estén en condiciones… (El juicio injusto)
Juan: Es como un castigo, un maltrato sicológico. Tenías que ver cómo se pone conmigo… Me insulta, me amenaza… Eso no es admisible. (Flagelación)
Julia: Me toma por tonta, me ridiculiza, se mofa de mí (La coronación de espinas)
Andrés: Está siempre quejándose de mí delante de todo el mundo… (Carga con la cruz)
Marga: Pasa de mí, no me tiene en cuenta para nada… ya no tiene ningún detalle conmigo. (No lloréis por mí)
Jaime: Veo mi orgullo, me doy cuenta de que soy incapaz de no defenderme cuando me acusa de algo injustamente. Y salto como un resorte. No lo puedo evitar. ¿Cuándo me librará Dios de esta carga? (1ª caída)
Ana: Lo intento, una y otra vez, pero no hay manera. No puedo con este hombre. Nuestro matrimonio no va a ningún lado… (2ª caída)
Ramón: Una vez más, te pido que no metas a tu madre en nuestros asuntos… (Se reparten sus vestiduras y lo dejan desnudo)
Laura: No puedo perdonarle lo que me hizo. Una infidelidad, es mucho. No puedo quitármelo de la cabeza. Quiero, pero no puedo. Es superior a mis fuerzas. (Clavado en la cruz)
…
(El esposo que quiera amar como yo amo, que coja su cruz y me siga).
Madre,
Sé que tú estás también a los pies de mi cruz. Dame el consuelo que necesito, porque quiero decirle que Sí al Padre, para que resucite nuestro matrimonio. Amén.
Hay un dicho español que dice que la caridad empieza por mi mismo.(Y de ahí a su entorno).
Pues siendo el matrimonio cristiano por definición una sola carne, en todo tiempo especialmente en cuaresma, se ha de aplicar el dicho a la luz del evangelio y sin dramatizar.
No vale hacerse la víctima, culpabilizar al cónyuge con y por su paja en el ojo y no ver la viga en el propio.
Si cada miembro de la unidad matrimonial tiene esto presente la mayor parte del día, confiando en Dios y su gracia, el matrimonio llegaría a ser un modelo de convivencia tal y como se dice en el evangelio.