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Evangelio del día
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 6,1-5
Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos. Unos fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»
Respondiendo Jesús, les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, comió él, y dio a los que estaban con él».
Y les decía: «El Hijo del hombre es Señor del sábado».
El centro es Cristo.
Jesús antepone la necesidad del ser humano, a la rigidez de la ley. No niega el valor del sábado pero lo sitúa en su lugar, al servicio del hombre. La ley está hecha para el hombre, no el hombre para la ley. La finalidad de la ley está para dar la mayor Gloria de Dios. En nuestro matrimonio a veces queremos que nuestro esposo cumpla las normas, «lo que debe ser», pero olvidamos que lo importante es el amor verdadero, la misericordia, conocer su corazón. Las normas, la ley sin amor asfixia, juzga y rompe la comunión. Vemos que Jesús no se mantiene al margen, y defiende a los suyos públicamente. De igual forma es a lo que los esposos estamos llamados, a protegernos mutuamente. No permitiendo que los «fariseos» modernos en forma de críticas, redes sociales, ocio obsesionado disfrazado de necesidad, entren en la comunión del corazón de nuestro matrimonio. Como «El Hijo del hombre es Señor del sábado», perseveremos en la oración y sacramentos (mística), y esforcémonos (ascética) para que en todo momento hagamos la Voluntad de Dios con un corazón sencillo y humilde.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Fernando: Esther esta semana voy a salir a entrenar en bici todos los días después de trabajar porque dentro de quince días tengo la prueba, así que no cuentes conmigo para ir a misa estos días ni a la catequesis del sábado.
Esther: Pero Fernando es muy importante para nosotros acudir a la eucaristía todos los días, y nos habíamos comprometido a preparar la catequesis.
Fernando: Sabes que es mi ilusión participar en esa prueba, y además me viene muy bien hacer deporte para la salud y también creo que me lo merezco porque el trabajo me estresa mucho y con la bici me desahogo. Porque yo no soy de ir a los bares a tomar cañas y lo sabes.
Esther: ¡Señor qué hago con este hombre! … Cariño, me produce mucha tristeza que antepongas tu bienestar al este camino de purificación de nuestro corazón y de comunión que estamos llevando. Voy a la habitación a rezar antes de cenar.
…Después de un rato…
Fernando: ¿Puedo rezar contigo Esther?
Esther: Claro, ven así estamos los tres.
Fernando: Creo que estaba siendo muy egoísta, me estaba aferrando a mis criterios. Te parece que madrugue estos días para hacer spinning y así podemos seguir yendo a misa juntos.
Esther: Gracias Señor por llamar a nuestra puerta y mi Fernando te ha abierto. Un beso cariño.
Madre,
Gracias porque nos enseñas desde la constancia en la oración y sacramentos a tomar decisiones por Él, con Él y en Él. Bendito y alabado sea el Señor.

