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Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio San Marcos 8, 1-10
Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Lo humano y lo divino.
Qué fácil resulta darte un consejo espiritual y qué difícil es muchas veces atenderte en lo humano. Hacerte las comida con cariño, recogerte las cosas, escucharte en silencio cuando lo necesitas, aceptar lo que me digas sólo porque estás pasando un mal momento…
Para asegurarme de que te amo: primero lo humano y luego lo divino.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Teresa: Debes ser más comprensivo con los niños. Hay que sentarse con ellos a escucharles antes de corregirles.
Juanjo: Ya. Eso me falta. Contigo tampoco lo hago. Qué importante es escuchar al otro cuando tiene algo que decir.
Teresa: Sí. Es por donde empieza el amor. También empieza así el amor a Dios. Por cierto, ahora que lo dices, te estoy corrigiendo sin haberte escuchado antes…
Madre,
Qué importante es estar pendientes de las necesidades de los demás. Así lo haría el Señor. Alabado sea por siempre.