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EVANGELIO
Sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente:
«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: “Va a caer un aguacero”, y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: “Va a hacer bochorno”, y sucede.
Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?
Por ello, mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel.
Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues la última monedilla».
Palabra del Señor.
Y tú más.
Nos cuesta juzgar especialmente nuestros propios actos. Tendemos a excusarnos, pero qué bueno y qué necesario es descubrir el verdadero origen de nuestras tristezas, como dice San Juan Pablo. ¡Cuánto le gusta al Señor un corazón contrito y humillado! Parece que nos humillamos cuando aceptamos nuestros pecados, y es justamente al contrario. Nos ensoberbecemos cuando no lo hacemos.
Dios desvela sus misterios a los pequeños, así que, hagámonos pequeños y no grandes ante los demás.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Luis: Siguiendo los consejos de Santa Teresa, varias veces he decidido no defenderme pero no lo consigo. Soy incapaz de callarme, especialmente cuando no soy culpable.
Marisa: Es verdad, que entregar la propia honra nos cuesta que no veas…
Luis: Lo malo es que también me excuso cuando lo hago mal, y empiezo a buscar situaciones en las que tú no lo has hecho bien para devolverte el típico “y tú más”. ¡Ay! No sé qué va a hacer el Señor conmigo…
Marisa: Afortunadamente es misericordioso, que si no, ¡Quién podría salvarse!
Luis: Sí, menos mal que Dios es tan misericordioso.
Madre,
Nos cuesta ver a dónde nos lleva el mal. Ayúdanos a verlo para que lo rechacemos y podamos amarnos siempre. Alabado sea Dios que elige a los pequeños.