EVANGELIO
No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
Palabra del Señor.
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A tus zapatos.
Dios nos lo da todo, nos da nuestros bienes, nuestros dones, el camino, está Él en mí y conmigo… Sólo me pide confiar y no centrarme en juzgar la situación, sino en hacer lo que tengo que hacer donde Él me ha puesto. Hoy, ahora, tengo todo lo que necesito, sólo me falta tener fe y hacer lo que tengo que hacer.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Alberto: Cariño, estoy cansado de vivir en el futuro.
Luisa: ¿Y eso? Suena a película de ciencia ficción. Regreso al futuro o algo así.
Alberto: No, en serio. Vivo como en una insatisfacción permanente en la que siempre estoy pendiente de lo que me falta, de lo que no debería existir en mi vida, de lo que tiene que cambiar… con la convicción muchas veces de que si las cosas fuesen como yo creo, alcanzaría ese estado de felicidad que tanto ansiamos.
Luisa: En realidad, lo que ansiamos es el estado de beatitud, que es esa experiencia de plenitud con Dios. Pero es verdad que alcanzarlo depende de lo que hagamos hoy en donde Dios nos ha puesto.
Alberto: ¡Exacto! Dios me ha pedido que te ame, y en la medida en que te ame, la presencia del Espíritu que he recibido se irá haciendo más fuerte y te podré amar más con el amor de Cristo. Eso nos llevará a alcanzar la beatitud que Dios desea para nosotros.
Luisa: Me gusta tu reflexión. Es cierto. Centrémonos en amarnos ahora, con lo que somos y tenemos. El Espíritu hará su trabajo. Así que, ¡zapatero a tus zapatos!
Madre,
¿Qué sentirá Dios si nos ve quejarnos después de todo lo que nos ha dado, nos da, y después de que se está dando Él para llevarnos a Él? Perdón Señor, perdón por cada queja. Alabado seas por tu inmenso amor, por tu inmensa generosidad.