Archivo por meses: agosto 2021

¡Puedo salvarle! Comentario para Matrimonios: Mateo 18, 15-20

EVANGELIO

Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Palabra del Señor.

 

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¡Puedo salvarle!

Al final de este Evangelio, el Señor nos da dos claves que nos interesan especialmente para el matrimonio: Que si dos nos ponemos de acuerdo para pedir algo, el Padre nos lo concederá. Y la otra es que donde dos o tres se reúnan en Su nombre, allí está el Señor en medio de ellos. Pregunta: ¿No nos está animando el Señor a que los esposos recemos juntos?
El Señor nos asegura Su presencia entre nosotros si rezamos juntos y nos asegura que nos concederá lo que pidamos cuando nos unimos en un mismo corazón por un bien común. Un fruto de la oración es la caridad.
Una vez que haya purificado mi corazón, y me asegure de mi rectitud de intención, estaré listo para practicar la corrección fraterna. Tengo que asegurarme previamente de que busco el bien del otro y mi corrección no tiene tono de reproche, sino que busco su salvación y para ello, estoy dispuesto a lo que sea necesario. En realidad, es impresionante que Dios me dé los medios para salvar a mi esposo. No puedo despreciar esta gran oportunidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón (A su esposa): Marta ¿Quieres dejar eso, por favor?, llegamos tarde a Misa.
Marta: Eres un egoísta, tú vas a lo tuyo y los demás tenemos que apechugar con todo. Así cualquiera es puntual. Tú como tu madre, te dejas todo tirado y te da igual. No voy a permitir que esto siga así y que nuestros niños sean como tú. ¿Cómo voy a educarles con el ejemplo que les das?
(Esa noche en la oración juntos)
Marta (hablando con el Señor delante de su esposo): Señor, te pido perdón porque esta mañana he perdido los nervios y he corregido a Ramón recriminándole, exigiéndole que haga las cosas como considero que deben hacerse según mi criterio.
Ramón: Señor, te pido perdón porque esta mañana no he colaborado para que la casa se quede en condiciones. Me he distraído con el móvil y esto ha hecho que mi esposa se sienta mal.
Marta: Ramón, te he ofendido hablando mal de tu familia de origen. Te pido perdón. Procuraré servirte mejor, con más caridad.
Ramón: Marta, te pido que me ayudes a mejorar en esto. Sé que no lo hago bien. Sigue corrigiéndome, pero con cariño, por favor, no quiero que sufras por culpa de mi egoísmo.
Marta: Gracias Señor por mi esposo.
Ramón: Gracias Señor por mi esposa. Amén.

Madre,

Qué difícil es la corrección fraterna en el matrimonio, tanto para el que corrige como para el que recibe la corrección. Ayúdanos a que lo hagamos santamente, sin ofendernos, para que podamos salvarnos mutuamente. Nosotros seguiremos rezando juntos al Señor para que nos conceda la humildad necesaria y podamos ser instrumentos de Su Amor el uno para el otro. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

¿Tacañamente? Comentario para Matrimonios: Juan 12, 24-26

EVANGELIO

A quien me sirva, el Padre lo honrará.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».

Palabra del Señor.

 

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¿Tacañamente?

Hay una frase en la primera lectura de hoy, de San Pablo a los Corintios, que tiene que ver con este Evangelio, y que me parece buenísima para el matrimonio: «El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará». Así es el amor conyugal: ¿Das o te das? Hasta el punto de que, si no me entrego, no doy fruto y si me entrego daré mucho fruto.
Pero la frase de la 1ª lectura no acaba ahí, sino que continúa, verás qué bueno: «Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama “al que da con alegría”». Porque todos tenemos experiencia de darnos “a la fuerza”, resistiéndonos en el fondo, y eso tarde o temprano pasa factura a la relación. ¿No encuentro alegría en darme? Eso es porque no he descubierto la belleza y la grandeza del matrimonio. ¿Quiero vivir un matrimonio hermoso y grande? Pues tengo que darme con alegría.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alberto: Me casé y empecé a centrarme en hacer feliz a mi esposa y cuidar y educar bien a mis hijos. Descubrí lo mucho que me costaba. Descubrí mi egoísmo. Continúo luchando cada día por darme completamente y así dejar de mirarme.
Susana: Me casé con un esposo austero. Se preocupaba de que no se tirase la comida y de no comprar cosas innecesarias. Al principio me molestaba que se quejase, pero luego descubrí que era una caprichosa y que no era capaz de valorar lo que tenía. Entonces me fui dejando llevar por él, para ir aprendiendo a aprovechar los bienes que Dios nos da. Ahora no necesito tanto como antes y poco a poco me voy liberando.
Alberto: Yo tengo mucho temperamento, y necesito llevar la razón. Me di cuenta de que mi esposa sufría mucho con eso, porque me enfadaba a menudo. Me empecé a esforzar por no hacerle daño. Cada vez voy controlando más mis impulsos, soy dueño de mis actos y estar con ella me va haciendo más manso y tengo mucha más paz.
Susana: Tenía una fe muy espiritualizada. Me encantaba estar con el Señor, pero luego llegaba a casa y no aguantaba los defectos de mi esposo. Me di cuenta que en realidad no seguía a Cristo, sino que buscaba en la fe mi propia complacencia. Así que fui pidiendo misericordia y me fui esforzando por amar como Cristo. Poco a poco el Señor me va liberando de mi orgullo espiritual.
Ambos: Damos gracias a Dios por nuestro matrimonio, porque constantemente nos permite salir de nosotros mismos para entrar en el otro y así ir haciéndonos cada vez más libres para donarnos mutuamente. Solo el que cae en tierra y muere, da fruto. Realmente el matrimonio es un camino de santidad.

Madre,

Hoy tomo más conciencia de que sólo entregándome a mi esposo daré fruto. El Señor quiere de nosotros un amor como el Suyo: Encarnado. Alabado sea el Señor.

Derecho de hijos. Comentario para Matrimonios: Mateo 17, 22-27

EVANGELIO

Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos del impuesto.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17, 22-27

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo:
«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?».
Contestó:
«Si».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A los extraños».
Jesús le dijo:
«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».

Palabra del Señor.

 

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Derecho de hijos.

Este Evangelio siempre me ha resultado extraño. ¿Qué tiene que ver la pasión de Cristo con el pago de impuestos? Y es que, Jesús nos está hablando de sus “deberes” como Hijo primero y sus “derechos” después. Jesús es Dios y viene a dar Su vida por nosotros. Qué grande es que encima se somete a todas nuestras leyes. Se abaja y se somete a los hombres. Impresionante.
Pero hoy nos vamos a fijar en esa escena en la que Jesús demuestra que recibe la moneda del Rey Padre a través de un pez, y la comparte con Pedro. Es una manera de decirle a Pedro (y a través de él, a todos nosotros): ¡Ey! Que vosotros sois también hijos de mi Padre, y que tenéis los mismos deberes y por tanto, podéis participar de los mismos derechos que Yo.
Pues sí, ser hijos, nos obliga a seguir a Cristo y entregar nuestra vida en manos de los hombres, pero por ser hijos, Dios nos da también la oportunidad de participar de los derechos del Hijo. Sobre nuestras deudas terrenales, no nos preocupemos, Dios proveerá. Esposos hijos de Dios, acceded al deber que Dios nos concede de amar como el Hijo primero, para resucitar en nuestro matrimonio primero y en nuestra vida después. ¡Increíble!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: Tu esposa no te merece. Nunca ha sabido valorarte. ¿Por qué no te vienes con nosotros unos días y descansas de ella?
Ramón: Me ofendes criticando a mi esposa. Además, no entiendes que mi misión es entregarme a ella, como hizo mi Maestro, al que no le valoraban tampoco Su entrega.
Paco: Perdona Ramón, pero soy tu amigo y me duele verte sufrir. Me parece que deberías darle un escarmiento, a ver si reacciona.
Ramón: No, Paco. Sé que lo haces con buena intención, pero mi sitio está con ella. Estoy contento de que Dios me dé la oportunidad de amar como Él, para ser hijo suyo. Él sabrá acogerme, ya lo verás.
(Y en aquella mala racha, Dios hizo a Ramón un poco más santo)

Madre,

En estas situaciones, confío en que te tendré también como Madre y no me fallarás. Enséñame a ser hijo en el Hijo. Amén.

Ser atractivo. Comentario para Matrimonios: Juan 6, 41-51

EVANGELIO

Yo soy el pan vivo que ha bajado del ciclo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 41-51

En aquel tiempo, los judíos murmuraban de Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían:
«¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”.
Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

Palabra del Señor.

 

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Ser atractivo.

Somos una unión indivisible de cuerpo y alma. Hoy hay mucho culto al cuerpo pero ¿qué tal luce nuestra alma? A mí personalmente me atrae mucho más el estado del alma que el estado del cuerpo. Quien se centra en su cuerpo pretende atraer hacia sí mismo, quien pone el foco en que su alma esté bien alimentada ese atrae hacia Dios. Y yo ¿pretendo ser atractivo para quién?
Las dietas del cuerpo son variadas según el fin que se pretende. Unas más energéticas, otras más sanas, otras más exquisitas… en el alimento del alma el menú es único, y se llama Cristo. No hay nada más que llene el alma, sólo Él. De alimentar el cuerpo depende la vida terrenal, y de alimentar el alma, depende la vida eterna.
Como decía San Juan Pablo: Descubrimos que lo invisible nos determina más que lo visible. El matrimonio es una relación de amor, y como tal, es una relación más condicionada por el estado del alma que por el cuerpo, aunque sea habitual fijarse más en el cuerpo en las relaciones entre hombre y mujer. Pero al matrimonio está mucho más condicionado por el alma que por el cuerpo, y el mejor alimento del matrimonio es la Eucaristía.
Esposos, fortaleced vuestra alma y veréis cómo mejora vuestra relación conyugal.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Muchos me preguntan qué hicimos para arreglar nuestro matrimonio y que ahora lo estemos viviendo como algo nuevo.
Marga: Y ¿Qué les dices?
Andrés: Está claro que tuvimos que esforzarnos, pero lo que cambió nuestro matrimonio fue introducir en él la Gracia de Dios. Cuando empezamos a vivir la Eucaristía a diario, eso fue lo que empezó a transformarnos.
Marga: Nuestro matrimonio pasó de ser algo casi exclusivamente corporal y terrenal, a un plano en el que se incorporaba lo más importante: Lo espiritual. Nuestra mera atracción se convirtió en la fuerza del Espíritu Santo, que es el único que puede hacernos uno. Desde que contamos con el Señor presente en nuestro matrimonio, todo lo humano ha quedado envuelto por un halo Divino, que lo engrandece, lo embellece y lo hace más fuerte que la muerte.

Madre,

Menudo don de Dios, poder recibir a Cristo en la Eucaristía. Él nos transforma y hace nuevas todas las cosas. Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

¿Cómo aumentarla? Comentario para Matrimonios: Mateo 17, 14-20

EVANGELIO

Si tuvierais fe, nada os sería imposible.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17, 14-20

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre que, de rodillas, le dijo:
«Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo».
Jesús tomó la palabra y dijo:
«¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo».
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte:
«¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?».
Les contestó:
«Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. Nada os sería imposible».

Palabra del Señor.

 

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¿Cómo aumentarla?

Leyendo este Evangelio, lo primero que me suscita es un gran deseo de tener más fe. Yo creía que tenía, pero por el comentario de Jesús, creo que tengo bastante menos que un grano de mostaza. La pregunta que me hago es ¿qué puedo hacer para aumentar mi fe?
Está claro que la fe es un don de Dios, pero Él necesita que yo también haga algo. Puedo plantearme dos caminos en paralelo: Uno se resumiría en una frase: “Creer es querer creer”. Y el otro camino es entregarle mi voluntad a Dios. Es entonces cuando el Señor puede actuar en mi vida y creyendo en Sus obras, creo en Él.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Mi sensación es que nuestro matrimonio no avanza y además, estoy cansado, siento que no me quedan fuerzas para luchar cada día contra las mismas dificultades.
María: La mía es que no me valoras, y no siento que te estés esforzando. Pero ¿quién soy yo para juzgarte? Además, no quiero confiar en mis sensaciones, porque son engañosas y traicioneras.
Pedro: No creemos en nuestras propias fuerzas, pero queremos creer en el poder de Dios. Así que, todos los días incorporaremos oraciones de alabanza y agradecimiento por lo que va a hacer en nosotros.
María: Sí, confiemos de verdad en Él. Y además, a partir de ahora no seguiremos tu voluntad ni la mía, sino que sea la voluntad de Dios.

Madre,

Nos ponemos en Tus manos. No nos dejes. Confiamos en ti, bendita Madre. Amén.