Archivo por meses: agosto 2021

Sin heroísmos. Comentario para Matrimonios: Mateo 19, 16-22

EVANGELIO

Si quieres ser perfecto, vende tus bienes, así tendrás un tesoro en el cielo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?».
Jesús le contestó:
« ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».
Él le preguntó:
«¿Cuáles?».
Jesús le contestó:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
El joven le dijo:
«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».
Jesús le contestó:
«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo – y luego ven y sígueme».
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.

Palabra del Señor.

 

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Sin heroísmos.

La pregunta que le hacemos hoy al Señor, es si estamos avanzando hacia la santidad. Sería interesante saber qué nos respondería a cada uno de nosotros. El Papa Francisco, en la exhortación Gaudete et Exultate, nos habla de la santidad de andar por casa, es decir, del camino de santidad que podríamos aplicarnos los esposos.

Y nos marca un rumbo basado en unas claves para la santidad:
– Paciencia, mansedumbre y perseverancia. Paciencia con las debilidades y pecados de los demás, mansedumbre para no defendernos y buscar sólo la gloria de Dios, y perseverancia en las iniciativas que comenzamos para seguir al Señor.
– La alegría a pesar de las dificultades. Saber que todo es voluntad de Dios y leer los designios de Dios en cada circunstancia.
– Ser valientes y no avergonzarnos de ser cristianos. Si le negamos, Él nos negará. Si proclamamos su Palabra, Él estará con nosotros.
– Vivir la fe en comunidad (Vivir el Evangelio con nuestro esposo y nuestra familia)
– Oración constante (Eucaristía, confesión, oración juntos) Nos alimentamos de la gracia, si no, no hay nada que hacer.

Evalúo mi camino hacia la santidad según estos parámetros, para saber si estoy dispuesto a entregárselo todo, pido la gracia para hacerlo y adopto compromisos en los que Dios quiere que me esfuerce más para estar con Él.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: En la virtud de la paciencia me estás forjando, Señor, con esta familia. Me has dado el don de ser perseverante y vivo una entrega a mi familia y a los demás, pero Señor, me falta la mansedumbre. Me cuesta mucho dar mi brazo a torcer.
Jaime: A mí, Señor, también me cuesta mucho la mansedumbre. Cuando me tocan el amor propio, suelo salir en mi defensa, y no aprovecho todas esas ocasiones que me das para crecer en humildad o renunciar a mis criterios.
Marta: También me falta alegría. A veces me sorprendo a mí misma quejándome cuando me siento poco valorada.
Jaime: Yo pierdo la alegría cuando las cosas no salen como yo había programado. Sigo pretendiendo ser muy dueño de mi vida, en lugar de entregar todas estas circunstancias a Tu voluntad.
Marta: Valientes sí somos, porque hablamos de ti constantemente y a todos.
Jaime: Procuramos que el Evangelio marque nuestros objetivos y metas en nuestra familia. Enseñamos a nuestros hijos a seguirte. Esto creo que lo estamos llevando adelante con Tu gracia.
Marta: Sí, y la oración también. Vamos a la Eucaristía diaria, nos confesamos cada 2 semanas, y rezamos juntos un buen rato a diario.
Jaime: Te alabamos Señor por las gracias que nos has dado y te pedimos por aquellas cosas en las que tenemos que seguir mejorando para entregártelo todo y seguirte.
Marta: Alabado seas por siempre. Nosotros no nos alejamos tristes, queremos dejarlo todo y seguirte. Cuando Tú quieras, líbranos del mal. Amén.
Jaime: Amén.

Madre,

Hemos recibido demasiado como para negarte nada. Todo es tuyo. Somos tuyos. Totus Tuus. Amén.

Convenía. Comentario para Matrimonios: Lucas 1, 39-56

EVANGELIO

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: enaltece a los humildes.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” – como lo había prometido a “nuestros padres” – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

Palabra del Señor.

 

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Convenía.

Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de María.
«Convenía que aquella que había sido conservada intacta en su virginidad conservara intacto su cuerpo de la muerte. Convenía que aquella que había llevado en su seno al creador del universo como un niño tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que aquella que vio morir a su Hijo en la cruz lo viera ahora sentado en su gloria. Convenía que la madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por todas las criaturas como Madre de Dios»
Admiramos hoy la belleza de Ntra. Madre, que es subida al cielo en cuerpo y alma, precediendo a todos Sus hijos. Hoy es un día de esperanza y de gloria.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alicia: Y ahora ¿qué hacemos?
Raúl: Confiar en Ntra. Madre. Ella tiene todo el poder. Es Medianera de todas las gracias. ¿No va a poder resolver nuestros problemas?
Alicia: Pues sí, claro que puede. Lo mejor que hemos hecho ha sido consagrarnos a Ella. Todo por Ella y para Ella. Así que, seguimos entregados y confiando en Ella. Recemos juntos, como cada día, el Santo Rosario.
Raúl: Qué paz da tener una Madre así.
Ambos: Por la Señal de la Santa Cruz…

Madre,

Por tu humildad mereciste ser asunta al cielo. Haznos pequeños como Tú para que Dios nos haga merecedores de Sus grandezas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Más pequeño. Comentario para Matrimonios: Mateo 19, 13-15

EVANGELIO

No impidáis a los niños acercarse a mí; de lo que son como ellos es el reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
Jesús dijo:
«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.

Palabra del Señor.

 

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Más pequeño.

Hoy nos invita el Señor a hacernos niños, para ser del reino de los cielos. Un esposo que confía en el plan de Dios, que se reconoce cada vez más pequeño, que se admira por todo lo que viene del Padre, que desea aprender del Padre y se esfuerza por imitarle ¿no es un esposo santo? Así son los esposos del reino de los cielos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ana: (en oración con Carlos su esposo) Señor, otra vez he caído. He adoptado esa actitud prepotente, exigente, acusadora… con Carlos. Veo sin embargo cómo Tú no te resistes a la actitud de los niños, de los humildes y sencillos. Veo como Tú mismo que sí eres Grande, te comportas conmigo humillándote y haciéndote Pan con tal de rescatarme. Yo voy por encima de quien realmente soy mientras que Tú vas muy por debajo de donde te correspondería estar. Me avergüenzo de mi actitud, Señor. Perdóname, Señor. Perdóname, Carlos.
Carlos: Señor, no se lo tengas en cuenta, mira qué alma tan bonita tiene, que viene aquí ante nosotros con un corazón contrito y humillado. A mí me despierta una compasión enorme, y seguro que a ti más que a mí. Yo también me arrepiento y te pido perdón, porque la he mirado con desprecio mientras adoptaba esas actitudes, y porque me he resistido a quedar por debajo, con esa actitud soberbia de no admitir mis errores, intentando imponerme también y humillarla restregándole su pecado. No he sido niño, Señor, no he actuado como hijo del Padre. Yo también quiero aprender de ti, de ese amor que ama desde abajo, desde la humildad y la sencillez, que no se preocupa de sí mismo y hace lo que sea por el amado. Perdóname tú también, Ana.
(Y se confesaron al día siguiente y empezaron de nuevo, intentando ser hijos para aprender a ser esposos).

Madre,

Gracias por los medios que pones en nuestro camino para llegar al Padre. Haznos como niños: Confiados, inocentes, con deseos de aprender y que se esfuerzan por imitar al Padre. Por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén.

¡Tenemos el don! Comentario para Matrimonios: Mateo 19, 3-12

EVANGELIO

Por la dureza de corazón permitió Moisés repudiar a las mujeres; pero al principio no era así.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió:
« ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Ellos insistieron:
«¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?».
Él les contestó:
«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer – no hablo de unión ilegítima – y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron:
«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».
Pero él les dijo:
«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».

Palabra del Señor.

 

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¡Tenemos el don!

Hoy, Señor, nos muestras dónde se encuentran los secretos sobre cómo Dios pensó el matrimonio. Están inscritos en nuestro corazón desde la creación del hombre. Dios nos creó hombre y mujer, para que pudiésemos dejarlo todo y hacernos uno, atraídos por nuestras diferencias, que posibilitan que seamos una sola carne, un solo corazón y un solo espíritu.
Hoy, esposo, quiero salir de mí para entrar en ti. Quiero que Dios aparte de mí la dureza de corazón, y me dé un corazón de carne. Quiero comportarme como lo que Dios ha hecho en nosotros, una sola carne, Él quiere que construyamos una comunión, que significa, actuar juntos. Dios nos entregó el uno al otro, para que juntos lleguemos a Él. No quiero perderme por otros caminos estériles, quiero caminar junto a ti, me comprometo a vivir para ti y así, dar fruto abundante. Eres la única persona a la que me une un amor que ha sido elevado a Sacramento. Tenemos el don, tenemos el Espíritu Santo uniéndonos en cada entrega y en cada acogida mutua. No podemos defraudar a nuestros hijos ni al mundo, no podemos defraudar a Dios. Alabado sea el Señor por este maravilloso don.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Matrimonio Tutor: A ver, chicos. ¿No sabéis que os une una vocación? Una vocación al amor, significa, vivir para el otro. Os necesitáis mutuamente, más de lo que creéis, aunque no lo podáis ver ahora. Esto no consiste en que el otro me dé lo que me gusta, eso sería un proyecto raquítico, endogámico. Vuestro proyecto de amor consiste en poner a disposición del otro toda mi persona, en el nombre de Cristo, para estar en ella y llenar su corazón.
Teresa: Eso es muy difícil. Nosotros estamos lejísimos de eso.
Matrimonio Tutor: Este proyecto, Teresa, no es digno de cualquiera, es digno solamente de dos hijos de Dios, porque tenéis que actuar llenos de Él, entregarnos el uno al otro lo que Dios quiere que os entreguéis. Actuáis en nombre de Dios, no en vuestro nombre. Este proyecto es una pasada. Pero es una vocación exigente, que requiere de vuestro esfuerzo.
Pablo: Y ¿Qué tenemos que hacer para cambiar nuestro rumbo?
Matrimonio Tutor: Seguid al Señor desde vuestra vocación. Haced lo que Él hizo. Poneros en las manos de María y seguid su Proyecto de Amor. Ella sabrá guiaros.

Madre,

Dile de nuestra parte a Jesús: “Gracias por nuestro Sacramento. Gracias por nuestra vocación a la Caridad Conyugal”.

Sobre mojado. Comentario para Matrimonios: Mateo 18, 21-19, 1

EVANGELIO

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-19, 1

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo».
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
«Págame lo que me debes».
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré».
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?».
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Palabra del Señor.

 

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Sobre mojado.

El Señor habla de perdonarnos de corazón. Perdonar de corazón es perdonar en lo más profundo de mí. Es sanar de raíz. En el corazón reside la parte más afectiva de mi alma. Perdonar de corazón es sanar la relación para que no quede ningún tipo de resquemor.
El perdón de Dios consiste en hacerlo todo nuevo dándole mayor valor a Su relación con nosotros. El perdón es una recreación, no es un parche. Así me pides que perdone, Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carlos: He notado que después de haberme sentido ofendido por ti, la siguiente vez que ocurre parece que llueve sobre mojado, y se acumula la ofensa sobre la anterior. Eso significa que no te había perdonado. Y tengo que sanar mi relación contigo de raíz.
Almudena: Me doy cuenta que a mí me pasa igual. En el fondo de mi corazón hay como un poso del dolor que he recibido de ti. Eso no puede ser. Quiero empezar de nuevo, limpiar todo eso y recibirte en mi corazón como te mereces por gracia de Dios.
Carlos: La verdad es que es un alivio enorme que todo quede limpio y sanado en nuestros corazones. Eso nos permite construir un amor sincero. Me parece un don inmenso que el Señor nos ha traído con su muerte y resurrección.

Madre,

El perdón es una auténtica liberación. Por eso el Señor es tan tajante con este asunto, porque si no hay perdón no se puede construir un amor auténtico. Danos Señor la gracia de perdonarnos como Tú. Alabado seas por siempre.