EVANGELIO
Les mandó que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 14-21
En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron.
Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.
Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el mecha vacilante no lo apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; en su nombre esperarán las naciones».
Palabra del Señor.
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Es “la caña”.
Una frase que martillea mi corazón: “La caña cascada no la quebrará”, “la caña cascada no la quebrará”… Somos un cañizal cascado. Yo soy una caña cascada, mi esposo otra, mis hijos, mis amigos… cañas cascadas, ¡Todos! Si nos cogen por donde está alguna de nuestras fracturas, somos ásperos, podemos pinchar o incluso hacer un profundo corte.
Mi esposo es “la caña” pero el problema es que me ando fijando siempre en las partes “cascadas”. Tengo como una especie de fijación que centra mi atención en lo peor: El cuadro torcido, el rallón del mueble, la huella en el cristal… y a lo mejor me pierdo la preciosa pintura del cuadro torcido, la nobleza de la madera del mueble o el hermoso paisaje que hay detrás de la ventana marcada por la huella.
Mi esposo está en proyecto y yo también. Quizás tengo fijación por lo que en mi esposo está pendiente de sanar, y me esté perdiendo su belleza interior, su valía y la grandeza de lo que está llamado a ser. El Señor sí la ve, y por eso está dispuesto a lo que sea para salvarle. Yo, aunque no la vea tanto, también estoy dispuesto a lo que sea para salvarle, con Cristo.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Alejandro: Nos hablasteis de “participar de la mirada del creador” cuando nos miramos entre nosotros. ¿Nos podéis orientar en esta dirección?
Matrimonio Tutor: Sí. De lo primero que tenemos que tomar conciencia es de que nos miramos mal. Por nuestra naturaleza caída, dice San Juan Pablo que somos incapaces de ver la plenitud de la belleza y la valía de nuestro esposo o esposa. Sabiendo esto, tenemos que pedirle al Señor que nos ayude a vernos como Él nos mira. Y después, tener siempre la “sospecha” sobre nuestra mirada.
Marisa (esposa de Alejandro): ¿Qué es eso de la sospecha sobre la mirada?
Matrimonio Tutor: Que cuando mi esposo(a) me parece malo(a) quizás es simplemente que está en construcción. Tiene debilidades, pecados, sí, pero por eso no podemos rechazarle como Dios no nos rechaza a ninguno. Cada pecado de mi esposo supone una tarea para mí, y es la tarea más hermosa que puede haber. Imagínate llegar al cielo y que el Padre te diga: Me ayudaste a que tu esposo esté también aquí hoy con nosotros para toda la eternidad. ¿No es lo más grande que puedes hacer?
Alejandro: Y ¿Esta mirada afecta solamente al esposo o también a uno mismo?
Matrimonio Tutor: También a uno mismo. Normalmente nos vemos mejores de lo que somos, mejores que los demás… nos excusamos todo lo que no le excusamos al otro… A veces es al contrario, nos consideramos miserables, despreciables… Para eso es importante tener un director espiritual. Además, cuando los esposos tienen una madurez espiritual, podemos también orientarnos el uno al otro. Dios nos hizo Ayuda Adecuada el uno para el otro. Él sabía muy bien cuánto nos necesitamos.
Madre,
Afortunadamente, el hecho de ser pecadores, no aleja a Dios de nosotros. Él viene siempre a rescatarnos. Te pedimos que nos ayudes a mirarnos, todos los esposos, como Él nos mira. Sólo esto, salvaría el matrimonio y la familia. Gloria a Dios!!