EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Palabra del Señor.
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Dentro, donde habita.
Yo como Su Carne, y Él habita en mí. “No tenéis vida en vosotros” ¿No es esto lo que notamos a veces? Puede parecerme que me falta la Vida. No hay motor, no hay ilusión, no hay esperanza. En consecuencia, puedo buscar un responsable a mi alrededor, y decir frases como “Me has quitado la alegría”. Pero la solución no está fuera de mí, sino en lo más profundo de mí.
Rezaba San Agustín:
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.
…gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
Aterrizado a la vida matrimonial:
Matrimonio Tutor: Nos hablas de que no os sentís valorados mutuamente, o sentís que no se tiene en cuenta vuestra opinión. ¿Crees que eso justifica que a veces haya una oposición entre vosotros?
Ramón: Yo creo que sí, porque no sentirse valorado en el fondo es no sentirse amado ¿no?
Matrimonio Tutor: Ramón, cuando miras en tu interior encuentras una insatisfacción muy grande. Hay una rutina recalcitrante y devastadora. Reconócelo, hay una enorme soledad. Es porque no está Dios, el que debería llenarte desde dentro para que Su amor saliera hacia fuera. Tú intentas llenar ese hueco con lo de fuera, y no se llena, lo que explica tu insatisfacción. La dinámica es al revés, debes estar lleno por dentro para entregarte hacia fuera.
Ramón: Sí, pero yo voy a Misa.
Matrimonio Tutor: Ya, pero ¿Cómo la vives? ¿Tomas conciencia de que es Cristo quien entra en ti?
Ramón: La verdad es que no. La vivo distraído.
Matrimonio Tutor: Otra vez mirando hacia fuera… Tienes que centrarte en lo que ocurre en tu interior. Y en tu conversación con tu mujer igual. Mirad a vuestro interior, intentad encontrar a Dios el uno en el interior del otro, profundizando. Y encontraréis la plenitud del amor.
Madre,
Es muy triste, que el Señor haya querido estar tan dentro de mí y yo a veces esté más pendiente de lo de fuera. Que viva siempre por Él, como Él vive siempre por el Padre. Amén.