EVANGELIO
Vieron a Jesús caminando sobre el lago.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 16-21
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.
Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.
Palabra del Señor.
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Cuestión de paciencia.
Por mucho que nos preocupemos en cientos de situaciones, luego pasan y acabamos tocando tierra. ¿Para qué turbarse? Cristo está entre nosotros, y Su Palabra no pasa. ¿Nos turbaremos también cuando algún día le veamos? Nos turba lo circunstancial y nos turba lo eterno. Parece que somos demasiado “pasionales” y por eso, queremos que el Señor se suba a nuestra barca para sentir el consuelo y que nos reconforte. Andamos demasiado centrados en nuestros problemas pasajeros pero ¿Quién se ocupa de reconfortar al Señor? Remar, esto es lo que tenemos que hacer. Remar con paciencia.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Pedro: Echamos la mirada atrás y me doy cuenta de que en esas dificultades que hemos vivido hemos experimentado la prueba de nuestro amor. La diferencia está en si esas dificultades nos han unido para remar juntos o nos han separado, porque las pruebas que no hemos separado juntos, volverán.
Marta: Sí. Ante las que nos quedan pendientes, me pregunto si he remado a fondo para superarlas o me he acomodado en mi manera de verlas o en mis criterios. Lo que es seguro es que, también estas dificultades que tenemos pendiente resolver, son para crecer en nuestro matrimonio.
Pedro: Como decía el Padre Pío: “Bendita la crisis que te hizo crecer, la caída que te hizo mirar al cielo, el problema que te hizo buscar a Dios». Pedimos al Señor que las crisis que vivamos no sean para mirarme a mí mismo, mis derechos y mis reclamos, sino para remar, crecer y mirar al cielo.
Madre,
Rezamos con Santa Teresa: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta. Amén.