Archivo por meses: marzo 2021

Esposos Judas & Co. Comentario para Matrimonios: Mateo 26, 14-25

EVANGELIO

El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
– «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
– «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
– «ld a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis y decidle: «El Maestro dice: Mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos»».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
– «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».
Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
– «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
– «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, más le valdría a ese hombre no haber nacido».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
– «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
– «Tú lo has dicho».

Palabra del Señor.

 

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Esposos Judas & Co.

Lamentablemente, todos participamos un poco de esa entrega de Judas a Jesús. “Cambiamos” Su invitación al amor por algo. Dicen que todos tenemos un precio. ¿Cuál es el mío? Quizás una ofensa, quizás lo que me parece una injusticia, quizás es el rencor, quizás el victimismo de esa herida que hace que me sienta el centro, o quizás sean mis pasiones que me arrastran o mis egoísmos o simplemente mi comodidad. ¿Qué es lo que hace que empuje al Señor a la Cruz. No puedo olvidar que fueron mis pecados los que le llevaron a ella.

Pero yo no he nacido para el pecado. No he nacido para sacar al Señor de mi vida. Qué duro tuvo que ser para Judas, aquellas palabras que seguro que resonarían en su cabeza, esas palabras en boca del Hijo de Dios: “…más le valdría… no haber nacido”. Esa es la tremenda sentencia del Creador expresada por la Palabra. No. No puedo hacer que Dios Padre se arrepienta de haberme creado ¡No! No puedo ser tan ruin de responder así al don de la Vida. Quiero estar contigo, Señor, celebrar contigo la Pascua. Estar a los pies de Tu cruz, estar crucificado junto a ti desde mi vocación. Concédemelo, Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: María, lo siento. He pensado demasiado en mí, he buscado mi complacencia, y me he quejado de ti porque me sacabas de mi zona de confort. He sido una cruz para ti y para el Señor.
María: Yo también, Pedro. Me he centrado en mis heridas, en mi victimismo. Siempre pendiente de lo que no me dabas, de que me pidieras un perdón más sincero porque no acababa de saciarme. Buscaba mi satisfacción en lugar de entregarme a ti. Perdóname, Pedro. He sido una cruz para ti y para el Señor.
(Ambos se cogen de la mano, se ponen de rodillas ante el Santísimo Sacramento y miran al Señor hecho pan).
Juntos: Señor, Dios, Todopoderoso, que has querido estar en nosotros, comprometerte con nosotros, y te hemos dado la espalda eligiendo nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestras comodidades… En este Sacramento nuestro, te hemos dejado solo y crucificado. Perdón Señor. No éramos conscientes de que el que más sufría eras Tú. No éramos conscientes de que cada vez que nos heríamos, a quien heríamos era a ti. Señor Dios, ten misericordia de nosotros.
(Y el Señor, que es bueno, que no desprecia un corazón contrito y humillado, los abrazó y les prometió grandes cosas)

Madre,

Una espada atravesaría Tu corazón. Me pregunto qué te dolería más, si ver el Corazón de Tu Hijo traspasado o ver qué pocos y qué pocas veces acogeríamos Su sacrificio. El Señor va a ser alzado en un madero para la salvación de muchos. Que su Gracia impregne nuestros corazones de esposos. Que Su bendita Sangre expíe nuestras culpas y purifique nuestras intenciones, para que así, con Él, participemos del Amor de Dios. Amén.

Un buen cepillado. Comentario para Matrimonios: Juan 13, 21-33.36-38

EVANGELIO

Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
– «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
– «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
– «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
– «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
– «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
«Donde yo voy, vosotros no podéis ir»»
Simón Pedro le dijo:
– «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
– «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
– «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
– «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor.

 

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Un buen cepillado.

Pedro cree que podrá seguir a Jesús y dar su vida por Él, apoyándose en sus propias fuerzas. Jesús le enseña que no es así. En su respuesta a Pedro hay un tono un tanto irónico ¿Con que darás tu vida por mí? Le dice. Como si quisiera decirle ¿A dónde irás sin Mí? Y le hace pasar por la experiencia de la humillación en que caemos cuando actuamos sólo con nuestras fuerzas, lo que le lleva a negar a Jesús, no una ni dos, sino hasta tres veces. Para que le quede bien clarito. ¿Cuántas veces tendrá que dejar que yo caiga para que me entere?

Aterrizado a la vida matrimonial:

(Ramón es impulsivo y está en un momento delicado, con ciertos miedos y presión en el trabajo, eso le tiene centrado en sí mismo y en sus preocupaciones.
Son las vacaciones y llega la hora de salir, porque han quedado a pasear. Patricia está muy volcada con los demás, y tiene a Ramón un poco abandonado. Sus gestos de cariño y su simpatía van dirigidos a otros, pero casi nunca a Ramón, en el que siempre ve lo negativo. Ramón hace aspavientos, harto porque la conversación de Patricia no acaba de terminar).
Patricia: (siente una gran tentación de contestarle: ¡Quién te has creído que eres! Como están los niños delante se calla, pero ya ha pecado en su corazón. Al terminar el día, en la oración, ve a Jesús cómo ante la traición de Judas, glorifica al Padre, no lo impide, no reprocha, no insulta, ni lo desprecia… Jesús le invita a sacar a la luz su deseo oscuro y al no querer Judas, Jesús le da libertad. Patricia se ve pobre y le llora a Dios, ve su gran diferencia entre cómo ella y como ama Jesús. Patricia descubre que juzga a Ramón, pero ella es igual en su corazón.)
Patricia: Somos un matrimonio frágil, vivimos tentaciones, caídas. Esto del Sacramento del Matrimonio es una obra de Dios. Tenemos que aprender a verlo con la humildad de los que se saben incapaces de las cumbres del Amor. Sólo Dios es capaz, y si no es con Su ayuda ¿A dónde iremos?. El que se hace pequeño, el que entiende que todo es un don, un don de Dios que recibo, para darlo. Eso somos. Puras mediaciones de Dios, y muchas veces intentamos hacernos protagonistas de las cosas de Dios, y exigírselo al otro. Perdóname, por exigirte lo que Dios no te ha dado y verme mejor que tú.
Ramón: es cierto ¡perdóname! Te prometí dar mi vida por ti y últimamente la estoy dando por mi trabajo. Me esforzaré en hacerlo bien.
Patricia: Yo también, me esfuerzo mucho por agradar a los demás y no a ti. Me esforzaré en hacerlo bien. Qué grande es el Señor.
Ramón: Sí. Todos nuestros esfuerzos consisten en ir haciéndonos pequeños para que Él se haga grande en nosotros y en nuestro matrimonio. Ese es el secreto del amor que se va transformando en Su Amor.

Madre,

Tú eres la llena de Gracia. Tú que ves la súplica del pobre que exclama: “No puedo más, sólo te tengo a ti”, mírame a mí. No quiero ser el Judas que no reconoce su miseria y su pequeñez. Quiero ser el Pedro que llora reconociendo su soberbia. Con Tu permiso, y aunque estemos en Semana Santa, rezo un poquito del Gloria: Porque solo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la Gloria de Dios Padre. Amén.

El valor de los detalles. Comentario para Matrimonios: Juan 12, 1-11

EVANGELIO

Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
– «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Palabra del Señor.

 

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El valor de los detalles.

Jesús, que veía acercarse la hora de su muerte, parece que se refugia por un rato en casa de sus amigos, dejándose querer. Agradece el acto de María, ese amor que es cortés. Mientras que Judas todo lo juzga oscuro, envuelto en su pecado, a Jesús le agrada que María le unja con un perfume caro.
Jesús da mucho valor a la alabanza de María. Qué importante es dedicar tiempo a alabar al Señor en nuestra oración. Sencillamente contemplar las maravillas de Dios y alabarle por su grandeza y su belleza. Jesús se complace con la belleza de la feminidad, aprendamos también de Él en esto.
A nosotros, como a Lázaro, Jesús nos ha devuelto a la vida. Cada noche tenemos que invitarle a cenar con nosotros, en agradecimiento por tanta generosidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Llevo mucho tiempo luchando por nuestro amor y ya no sé qué más hacer.
Pablo: ¿Qué detalles has tenido hoy con tu esposa? ¿Qué cosas bonitas le has dicho? ¿Le has agradecido sus esfuerzos por ti y su dedicación?
Andrés: Bueno… he recogido el lavaplatos y he llevado a los niños a las actividades extraescolares. También he hecho la cama y ayer domingo hice una paella, que encima se quejó porque se me había pasado un poco.
(En la habitación de al lado, Marta, mujer de Pablo, habla con Ana, mujer de Andrés)
Marta: Ana, ¿Tú te sientes querida porque Pablo ponga el lavaplatos?
Ana: No. Es una de las tareas que tiene asignadas. Pero ¿Y yo? ¿Realmente le importo?
Marta: Pues deberías. Deberíais sentiros queridos por todo lo que ambos hacéis por el otro o por la familia, aunque sea una tarea cotidiana. Pero además te pregunto: ¿Qué detalles has tenido con Andrés hoy?
Ana: La verdad, es que, fuera de las tareas del hogar, nada.
(Pablo y Ana juntan a Andrés y Marta y les hablan a los dos)
Pablo y Marta: El amor es cortés. El que ama intenta hacer lo que le agrada al otro. Tenéis que descubrir la belleza del amor, la belleza de vuestro esposo/a para que deseéis tener gestos el uno con el otro. De verdad que funciona. A Jesús le gusta que se tenga detalles con Él, a la Santísima Virgen también, lo valoran mucho. ¿Por qué entre vosotros iba a ser diferente? Dad a los pequeños gestos de cariño el valor que tienen, y es que, son los que le dan a vuestra relación la complacencia que Dios había pensado para vosotros.

Madre,

La verdad es que tengo muy pocos detalles con mi esposo, y hoy Jesús quiere poner el acento sobre ello. Aprovechemos mientras estemos juntos. Hagamos nuestro amor hermoso siendo delicados entre nosotros, con Él lo somos. Alabado sea el Señor que nos enseña las claves del Amor. Amén.

Sólo contemplación. Comentario para Matrimonios: Mateo 27, 11-54

EVANGELIO

¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 27, 11-54

C. En aquel tiempo, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, y el gobernador le preguntó:
S. -«¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ -«Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. -«¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía liberar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. -«¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?».
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. -«No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él».
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
El gobernador preguntó:
S. -«¿A cuál de los dos queréis que os suelte?».
C. Ellos dijeron:
S. -«A Barrabás».
C. Pilato les preguntó:
S. -«¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?».
C. Contestaron todos:
S. -«Sea crucificado».
C. Pilato insistió:
S. -«Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. -«¡Sea crucificado!».
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos ante la gente, diciendo:
S. -«Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!».
C. Todo el pueblo contestó:
S. -«¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!».
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
C. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. -«¡Salve, rey de los judíos!».
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.
C. Los que pasaban lo injuriaban y, meneando la cabeza, decían:
S. -«Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz».
C. Igualmente los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también diciendo:
S. -«A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¡Es el rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, y le creeremos. Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues dijo: “Soy Hijo de Dios”».
C. De la misma manera los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
C. Desde la hora sexta hasta la hora nona, vinieron tinieblas sobre toda la tierra. A hora nona, Jesús gritó con voz potente:
+ -«Eli, Eli, lamá sabaqtaní.»
C. Es decir:
+ -«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. -«Está llamando a Elías».
C. Enseguida uno de ellos fue corriendo, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber.
Los demás decían:
S. -«Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo».
C. Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu,
(Todos se arrodillan, y se hace una pausa.)
C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebrajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que él resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. -«Verdaderamente este era Hijo de Dios».

Palabra del Señor.

 

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Sólo contemplación.

Hoy empieza la Semana más Santa, de la que nos alimentamos el resto del año. Nos limitamos a contemplar, admirados del inmenso amor que Cristo ha demostrado que nos tiene, a través de Sus padecimientos. Él nos enseña a ser esposos, mediante Su entrega por nosotros.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Un esposo ofrece por su esposa los malos tratos que sufría y tenía que seguir sufriendo. Sufre porque ella es culpable. Juan en cambio no calla ante su esposa cuando lo acusa de aquello que no hizo, y cuando veía que iba a arremeter contra él sacó todas sus armas para defenderse atacando y no permitía ni una humillación. Aún está esperando a que ella le pida perdón por tantas circunstancias en las que él se acababa dejando llevar por el orgullo, la impaciencia o la cólera. En cambio el otro esposo no abría la boca, no hacía nada por defenderse, no miraba sus padecimientos, sólo pedía por su esposa suspirando interiormente por amor a ella. Eso es ser un auténtico Esposo, que se entrega por amor. Ese Esposo es Cristo, y Juan tenía mucho que aprender de Él.

Madre,

Seguro que guardarías esto en Tu corazón para toda la eternidad, el ejemplo de tu Hijo. Te debiste sentir muy orgullosa de Él. Qué dignidad, qué entereza, qué grandeza. Desde luego que es el perfecto Esposo, perfecto Hombre, perfecto Dios. Alabado sea por siempre, mi Señor, mi Rey, mi Salvador. Amén.

Origen de la autoridad. Comentario para Matrimonios: Juan 11, 45-57

EVANGELIO

Para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?»
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Palabra del Señor.

 

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Origen de la autoridad.

Toda autoridad viene de Dios. Las autoridades tienen poder porque Dios se lo ha otorgado, y en ese aspecto, tenemos que aceptarlas y acatar sus decisiones, salvo que sean claramente contrarias a la doctrina de la Iglesia, y que la Iglesia se haya manifestado en contra. Dios da una autoridad que debería administrarse en Su nombre, pero también puede usarse mal, como en el caso de Caifás. Sin embargo, si Dios lo permite, es porque tiene un plan mejor. Así ocurrió en el caso de Caifás. Dios permite que tomen la decisión de condenar y matar a Cristo, porque tenía un plan mejor: Ni más ni menos que la salvación de la humanidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carta de un esposo (genérico) a Dios: Señor, acepto la autoridad de mis padres y de mis suegros. Tú sabes los problemas que estoy teniendo, pero sé que cuentas con ellos para nuestra salvación. También acepto la autoridad de mi esposo al que erigiste como ministro de Tus Gracias para mí por el Sacramento del Matrimonio, aunque a veces me cueste o me quiera revelar porque le veo pecador como yo. Y acojo la autoridad de mi esposo sobre nuestros hijos, aunque a veces no esté de acuerdo con su estilo o su criterio a lo hora de educar. Tú le has dado esa autoridad y se la has confiado a él/ella. Yo intentaré hablar con mi esposo para que ambos lo hagamos lo mejor posible, pero aun así, acojo su autoridad como padre/madre, como venida de ti. Ya reconducirás Tú la situación si se tuerce. No confío en mi esposo ni en sus criterios, tampoco en los míos, pero en ti sí confío ciegamente, Señor y sé que lo que Tú permitas será para un bien mayor. Alabado seas Señor.

Madre,

En todo te has sometido a la voluntad de Dios. Madre, te entrego toda forma de abuso de autoridad a la que haya sido expuesto. Te entrego también todas las situaciones en las cuales no he aceptado la autoridad o hasta me he rebelado contra ella, para que Tú puedas convertir mi orgullo en humildad y de esta manera estaré siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios. A Él la gloria y la alabanza por los siglos. Amén.