EVANGELIO
Vino Juan, y los pecadores le creyeron.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.» Él le contestó: «No quiero.» Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: «Voy, señor». Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
Palabra del Señor.
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¿No puedo más?
Una oración que no nos cambia, no es oración. La diferencia entre la actitud de los dos hijos de la parábola, es que uno de ellos recapacita y después cambia. La hermana de Santo Tomás le preguntó una vez qué debía hacer para ser santa. Él le contestó sencillamente: Hay que querer. Esposos, mirémonos y digámonos mutuamente “Quiero ser santo contigo, voy a ser santo con la ayuda de Dios”. A esa es a la viña que nos envía a trabajar hoy, a nuestra santificación en nuestra unión. Humildad no es sólo saberse miserable. Humildad es saberse nada y creer que Dios me puede y me quiere hacer santo.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marisa: Antes me creía capaz de querer a mi esposo y no lo conseguía por mis limitaciones y pecados. Ahora hay veces que parece que me canso de intentarlo y digo que ya no puedo más. Pero luego, confío en el Señor y en su poder, y acabo entregándome.
Matrimonio Tutor: Muy bien, Marisa. La clave no está en nuestras capacidades, sino que confiar en el Señor y lanzarnos aunque creamos que no vamos a tener éxito. Luego ya, será lo que Él quiera, pero nosotros, aunque con dudas, nos hemos puesto a Su disposición para que él actúe.
Marisa: Amén.
Madre,
A veces, el Señor nos pide mucho, porque nos quiere mucho. Que no perdamos nunca la esperanza. El que murió por nosotros no nos dejará. ¡Gloria a ti, Señor Jesús!