
Nadie puede decir que su matrimonio no tiene arreglo, o que su esposo no tiene arreglo, porque eso sería tanto como no confiar en el Espíritu Santo. Si lo rechazamos, ¿quién podrá salvarnos?

Nadie puede decir que su matrimonio no tiene arreglo, o que su esposo no tiene arreglo, porque eso sería tanto como no confiar en el Espíritu Santo. Si lo rechazamos, ¿quién podrá salvarnos?